Contra la idolatría I

Una de las formas posibles de la idolatría es volverse completamente ciego ante los defectos de quien se tiene como referente ideal, olvidando realmente que aquellas personas están lejos de ser infalibles, pues cometen errores, que en algunos casos llegan a traspasar toda línea moral e incluso tocando el ámbito de la criminalidad. Es una cuestión que sucede con todo tipo de ídolos… futbolistas, artistas, figuras políticas e incluso a aquellos que se tienen por “maestros espirituales”.

Por supuesto que mi preocupación se basa principalmente en estos últimos, que a diferencia de los otros personajes pueden causar un daño mucho mayor en su entorno, en sus discípulos, ya que muchas veces tienen a su cargo de una o otra forma a quienes les siguen, llegando a tener un dominio total.

Cabe definir unas cuantas formas en las que se manifiesta la ceguera antedicha. En primer lugar, generan un estado de negación absoluta en sus adeptos a la hora de descubrir sus acciones que transgreden la moralidad o las leyes, simplemente, por estar revestidos de un aura de santidad consideran que es imposible que hayan cometido los actos (a veces totalmente probados) de los que se le acusan. Una segunda forma es que, habiendo aceptado que el maestro realizó esos actos, se le excusa por las vías de culpar a una fuerza metafísica (el demonio, la tentación, el karma) que lleva a la persona abusada a ponerse en disposición de serlo por su superior, exculpando al maestro, ya que para él es “una prueba” y no un acto deliberado. La tercera vía es que igualmente aceptando la comisión del abuso, se le excusa simplemente en su humanidad y la inherente capacidad que comparte con el resto del mundo de cometer errores, por lo tanto, no le podemos “juzgar” por haber transgredido su propio rol. Otra opción evasiva es refutar las pruebas, pero no mediante algún tipo de contra argumentación que tenga algún respaldo, se usan “argumentos” como ‘no estuviste ahí como para saber si es verdad’, ‘eso lo dicen porque no quieren que despertemos’, ‘lo inventas porque eres enemigo de [la secta o religión en particular]’, ‘si lo hubiera hecho lo hubieran encarcelado’, ‘lo acusaron para sacar provecho económico’, etc. Esas son la clase de cosas que me han dicho cada vez que expreso alguna crítica a ciertas figuras “espirituales” que han usado la fachada de la sabiduría y la práctica religiosa para cometer abusos.

Aquí saltamos a otro problema, es que a diferencia de lo que puede pasar con un cineasta, un escritor o un deportista que comete abusos siendo al mismo tiempo un prodigio en su área, los pretendidos maestros espirituales a la vez que expresan un conocimiento diferenciable (en algunas ocasiones) de sí mismos, tienen la obligación de ser consonantes con el conocimiento que comparten, su categoría de sacerdote, pastor, guru, sheij, lama, etc. implica necesariamente que reflejen la ética, los votos o el saber que han adoptado, pues de eso depende también la posición y autoridad que se les confiere. En términos más sencillos, el gol del futbolista que borracho llegue a atropellar y matar a un peatón no es menos válido por eso, su papel en la cancha no tiene que ver con su vida fuera de ella, en contraste, la enseñanza sobre la humildad de un yogui que vive de las rentas de sus servidores rodeado de lujos carece de toda coherencia, porque debe representar a través de lo que predica. Entonces, hay que preguntarse sinceramente ¿Se puede aprender de maestros caídos?

Es mi opinión, la verdad no podría venir de la boca de un mentiroso, ya que esa verdad al ser un encubrimiento de su propia perversión, un adorno, una moneda de cambio para poder sacar ventaja de su posición como maestro frente a los demás que se encuentran subordinados a él se convierte en una verdad amañada. En cualquier caso, la verdad está más allá de quienes se pretenden ser sus profetas, cada sendero espiritual que podamos presumir auténtico tiene profundas raíces en algo más, por lo que siempre será posible distinguir a aquel que ofrezca un fruto envenenado si observamos las otras ramas del árbol del conocimiento.

No necesitamos al personaje que se ha hecho famoso y ha cometido abusos para conocer la misma esencia o el mismo conocimiento que ofrecen estos, ya que para encubrir su amplia y nefasta sombra recurren a saberes disponibles hoy en muchos lugares, que podemos obtener con la garantía de que no estamos patrocinando a alguien que usa o usó la espiritualidad como el velo para obtener víctimas.

Tenemos ejemplos de personajes más o menos famosos, entre una larga lista de violadores y abusadores podemos situar al eminente teósofo y pederasta C. W. Leadbeater; el reconocido maestro budista y abusador, autor del best seller ‘El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte’ Sogyal Rimpoche; el nefasto integrante de una red de pedofilia en Chile que fue encubierta por décadas, Fernando Karadima; el mundo del yoga tiene también los suyos como Paramadvaiti Swami del universo de los Hare Krishna, a Bikram Choudhury “inventor” del Bikram Yoga y a Yogui Bhajan difusor del kundalini yoga en occidente.

Podría seguirse largamente listando una infinidad de casos, pero lo relevante aquí es que se puede trascender a la figura del maestro caído y adoptar la enseñanza desde fuentes alternativas que se basen, como ya lo dije antes, en la misma raíz, hay otros maestros y otros libros que pueden entregar la misma visión sin haber pasado por la boca o la pluma de un abusador. Es necesario en todo caso poner atención a las señales y desarrollar la intuición, pero más aún, no hay que darles el espacio a estas personas para ninguna acción que atente contra nuestra integridad. Darnos cuenta que el poder que ellos tienen y la enseñanza que nos puedan otorgar no justifica ni debe ser atenuante para no denunciar, ya sea públicamente, ante la justicia o a sus autoridades religiosas.

En caso que nos enteremos alguna acusación de abuso no hay que negarse simplemente a la posibilidad, sino que aplicar el pensamiento crítico, superar los sesgos informativos y evaluar la situación antes de seguir al alero de un posible abusador que no nos pueda entregar una enseñanza sincera, sino simplemente hipocresía. Vale decir que, quien condiciona la enseñanza a un sometimiento ciego no quiere ayudarte a que seas libre, sino todo lo contrario.

Toda esta reflexión llegó a causa de una disputa en torno a alguien que ni siquiera es un maestro espiritual, sino un político que desarrolló su modo de acción en base a doctrinas espirituales, me refiero a Gandhi, quien más allá de las circunstancias de su época que lo llevaron a ser un racista y misógino, usaba a niñas para probar su voto de castidad acostándose desnudo con ellas, cuestión de sobra documentada en la historia de India.

Sinceramente, si sentiste como una ofensa la mención de tu ídolo en estas líneas me encontraré por entero satisfecho, del mismo modo que será si este texto te ha servido para establecer un punto de reflexión sobre un tema absolutamente digno de revisitar.


Algunas fuentes donde puedes ahondar más sobre los personajes mencionados:

Los innegables hechos nefastos de Leadbeater 

Las víctimas de abusos sexuales cometidos por maestros budistas tibetanos forman su #MeTooGuru

Karadima: cómo fue el caso que arrasó con todo el obispado en Chile

La televisión peruana difunde por la señal abierta los casos de abuso sexual de Ulrich Harlan

El inventor del Bikram yoga abusaba de sus alumnas: las lecciones que deja este nuevo escándalo

Ex miembros de 3HO denuncian los abusos de Yogi Bhajan

Sexual torment of a saint: A new book reveals Gandhi tortured himself with the young women who worshipped him, and often shared his bed


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (20 de enero de 2023). Contra la idolatría I. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2023/01/contra-la-idolatria-i.html


Si te ha gustado el contenido del blog, puedes dejar una donación AQUÍ.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los dioses no nacen el 25 de diciembre

El bibliocausto en Palestina

El feminista misógino