Rabi’a Al Adawiyya

Rabi’a Al Adawiyya, nace entre los años 713 y 717 d.C. en el seno de una familia muy pobre en Basora, Iraq. Perdió a sus padres a una edad temprana, quedando solamente con la compañía de sus tres hermanas, de las que al poco tiempo se separa a causa de la gran pobreza en la que estaban. Rabi’a tuvo como destino la esclavitud en su infancia, a manos de un amo que le daba duros trabajos… su único refugio era buscar consuelo en Allah. 

Su esclavitud termina cuando una noche, mientras ella hacía sus plegarias, el amo la ve y se conmueve por la profundidad de sus palabras, las leyendas cuentan que en esos momentos de oración, Rabi’a emanaba de sí una luz de origen divino, que eso provocó que fuera liberada. 

Siendo ya una mujer libre, encontró en la música, el canto y la prostitución un modo de ganarse la vida. En ese entonces encontró el gusto de la compañía humana, por un periodo se aparta de la búsqueda de Allah y tienen varios encuentros con el amor carnal a través de distintos hombres.

Hay algunos historiadores que niegan esa etapa de la vida de Rabi’a, que relatan que prontamente cuando se libra de su esclavizador, se dirige al desierto donde construye su morada en la que se dedica a la contemplación divina, en cambio, los que reconocen su periodo de vida mundana consideran el aislamiento en el desierto como posterior. 

Conjuntamente con su partida al desierto, escuchó la guía de varios maestros y maestras sufís, mientras mantenía una forma de vida ascética y ella misma se convertía en una maestra. Poco a poco fue ganándose la fama de persona sabía y a su humilde morada acudían discípulos para solicitar ayuda y consejo espiritual. 

El descubrimiento del amor divino por parte de Rabi’a se da en el camino de su dura experiencia de vida. La pobreza, la muerte de sus padres, la separación de sus hermanas, la esclavitud, el arrepentimiento de su vida mundana y el ascetismo la llevan al contacto más íntimo con la divinidad, todo aquello la convierte en una maestra indiscutible. Al producirse el encuentro con el amor divino, la aniquilación del yo en Allah, se alcanza el éxtasis, pero a la vez una sed insaciable que se traduce en una búsqueda constante que no se va a satisfacer hasta el encuentro final en la otra vida. 

Uno de los más célebres episodios de su vida es cuando se le ve andando por las calles de Basora con una antorcha y una jarra con agua mientras, al ser consultado por esto, ella dijo: “quiero que los fuegos del Infierno dejen de quemar, y quiero incendiar las promesas del Paraíso. Ambas bloquean el camino hacia Allah. No quiero la adoración por miedo al castigo, ni por la promesa de recompensa, sino sencillamente la que se hace por amor a Allah”.

Simplemente con esas palabras se puede resumir toda la doctrina mística, cuando ya no hay más temor por el castigo ni deseo por un premio, sino el simple impulso de sentir la cercanía con lo divino. 

Finalmente, Rabi’a fallece sobre los 80 años en 801 d.C.

En en este ENLACE encontrarás algunos fragmentos de las canciones, poesías y frases de esta gran mística.

Esta reseña de la biografía se ha compuesto usando principalmente
Kaddissy, A. (2016). Rabiaa al Adawiyya y San Juan de la Cruz: una experiencia de búsqueda del amor divino [Tesina de licenciatura, Universidad Pontificia Comillas]. http://hdl.handle.net/11531/10190
RABI’A AL ADAWIYYA. (2006). Dichos y Canciones de una mística sufí (siglo VIII). José J. De Olañeta


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (20 de mayo de 2020). Rabi’a Al Adawiyya. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/05/rabia-al-adawiyya.html

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Comentarios

  1. Su tumba está en El Cairo donde anualmente se le hace una celebración, al lado de su ataud se encuentra el de Dhul Nun. Puede visitarse pero hay que llamar a la mujer que tiene la llave (vive en ese mismo cementerio)

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