Breve mirada al Tantra y el Sexo


Hablar de tantra suele llevar inmediatamente a una confusión de términos, para muchos (incluso para algunos que ya tienen algún conocimiento sobre espiritualidad hindú) se les aparece la inmediata asociación con el sexo, tal como si este sendero espiritual fuera un sinónimo de las más exóticas prácticas sexuales, pues eso es un gran error.

No hay duda alguna de que a diferencia de otros senderos espirituales, el tantra acepta de buena manera la dimensión sexual del ser humano, no reniega de ella, pretendiendo convertirla en una forma más de acercar a los seres humanos al encuentro con lo más sagrado que habita en cada uno de nosotros.

Como sistema universal, este sendero tiene más de cinco mil años, manteniéndose relativamente intactos sus fundamentos, de cierta manera, todos los sistemas yógicos tienen en su origen relación con las primeras prácticas tántricas, un mérito que no es siempre reconocido, pero que vale la pena considerar. La versión del tantra más pura que ha llegado a nuestros días se relaciona fundamentalmente con el Shivaísmo (también llamado saivismo), ya que fue Shiva quien adoptando la posición de maestro, enseña el tantra a su esposa Parvati*, quien actúa como su discípula.

De esta enseñanza se deriva al tantra como un sistema universal que implica un auténtico compromiso con el propio despertar espiritual. El que se logra mediante un camino que recoge cuatro aspectos fundamentales: El Gñana (conocimiento), Yoga (práctica), Kriya (acción) y Carya (conducta). Todo ello con la simple finalidad de alcanzar la unión con el Brahma, es decir, alcanzar el estado de no dualidad y la integración con la Verdad Absoluta, el Todo Indivisible, el Ser Universal o cualquiera de las posibles denominaciones que se le puedan otorgar a la experiencia cumbre a la que han aspirado todos los místicos de la humanidad.

Hay dos aspectos del tantra que vale la pena mencionar. En primer lugar, este sendero no considera a la mente como un obstáculo para el desarrollo espiritual, sino todo lo contrario, una mente que despierta (que lograremos despertar) es el perfecto aliado para obtener la compresión del mundo, pues es a partir de ahí donde se comienza el cultivo del conocimiento que nos llevará a desprendernos del ego y nos conduce a la liberación. En segundo lugar, no se considera al cuerpo como un enemigo, sino más bien como un instrumento, viendo al ser humano como una entidad integral en la que todos sus elementos constitutivos son susceptibles de ser empleados para lograr la meta suprema, esto incluye al deseo (no solo en el aspecto sexual) que al ser purificado nos acerca a la plenitud del Ser, pues todo gozo por su naturaleza misma nos provee de una experiencia de unificación.

A simple vista y para aquellos acostumbrados a la ortodoxia moralista de las vías espirituales, cuestiones como el disfrute de los sentidos, el beber alcohol, consumir sustancias estimulantes, el comer carne y el disfrute del sexo más allá de procreación, le parecerían cosas impensables a la hora de emprender un camino espiritual. Sin embargo, el tantra propone un enfoque diferente, pero que no debe ser tomado a la ligera, ya que por cierto, estos disfrutes no podrían liberar sino al que ya está liberado de todas las aprensiones del ego, y el apego. Para los que siguen atrapados en sus identificaciones con el mundo, todas las fuentes de gozo (incluso las que en apariencia sean inocuas) serán un veneno que provocará más dificultades para conseguir su autorrealización. 

Por lo tanto, el sexo tántrico no debiese ser practicado más que por aquellos que ya están avanzados en su despertar espiritual. 

El lugar del sexo en el tantra es sin duda alguna el de aceptarlo como un proceso natural que es parte de la vida de la vida humana, es una actividad que según el sendero de Ananda Marga no debería ser una práctica diaria, sino al contrario, se debiese practicar como mucho 4 veces al mes, con la finalidad de no desperdiciar innecesariamente el shukra, una sustancia vital que su estado primordial se encuentra de forma líquida y tiene cualidades energéticas, se produce en la medula ósea y participa en el funcionamiento del sistema inmune y de la creación del semen y los óvulos. 

El shukra es un “alimento” bioenergético, que nutre al cerebro y las células nerviosas, por lo tanto, su cuidado está íntimamente relacionado con el bienestar físico y espiritual. Una mente activa, bien dotada para el aprendizaje y un cuerpo sano, son el producto de no desperdiciar el shukra en la creación del semen. 

El control adecuado de esta linfa espiritual genera la apertura a estados superiores de conciencia, el desarrollo de poderes místicos, la creatividad, la intuición y otras facultades humanas ocultas. La toda la práctica del tantra se orienta a lograr este control, ahora, el papel del sexo en todo esto se vuelve relevante, ya que de todo el shukra que está en el cuerpo por debajo del ombligo está destinado a salir del cuerpo normalmente en forma de semen y por medio de los procesos digestivos, es así que, al mantener relaciones sexuales frecuentes con derramamiento de semen o una indigestión excesiva es una causa de pérdida de este componente físico que gatilla la transformación espiritual. 

De todo esto, debemos concluir que en primer lugar, la práctica del sexo en el tantra, aunque aceptada como método para alcanzar altos objetivos espirituales, es una actividad que sigue normas y pautas estrictas, que no tienen que ver con la simple satisfacción del deseo sexual o lograr tener orgasmos más intensos, eso es una vana perversión del auténtico espíritu de esta práctica milenaria.

“Referente al sexo, cuanto más moderación, mejor”. Modéralo. De hecho, todo en nuestras vidas debe ser en moderación. Todo debe estar en el momento oportuno, el lugar correcto, y en la cantidad adecuada. Trata de canalizar tu deseo de unión hacia adentro tanto como pueda, pero eso no significa que debes reprimir tus otros deseos. La represión causa enfermedad psíquica. El sexo es una función corporal natural; no hay nada malo en ello. Pero ¡con moderación!”. -Shrii Shrii Anandamurti 

Lo que se logra mediante el sexo tántrico es controlar el impulso sexual, para a través del sexo en sí mismo como un acto consciente alcanzar un estado de éxtasis duradero, sin desperdiciar shukra. El acto sexual tántrico es totalmente desapegado, en él se hace la imitación simbólica de la unión entre Shiva y Shakti, como ya se adelantó anteriormente, esto no es algo que pueda ser aprovechado por cualquiera, sin la debida preparación. Mircea Eliade, nos recuerda este viejo aforismo tántrico: «Por los mismos actos que hacen que muchos hombres se quemen en el infierno durante millones de años, el yoguin obtiene la salvación eterna»**. Solamente los verdaderos aspirantes espirituales, que ya han avanzado en el sendero del tantra podrían estar preparados para realizar estas prácticas. 

Para aquellos que se atrevan a aventurarse a la imitación superficial del sexo tántrico, probablemente obtendrán los beneficios banales de mejorar sus relaciones sexuales, del mismo modo que aquellos que practican el hatha yoga como un tipo de gimnasia logran tener una mejor condición física. Pero, solamente quienes lo practican con disciplina y siguiendo las enseñanzas originales, desarrollarán una unión libre de karma y en definitiva pueden alcanzar la completa autorrealización.

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* En el complejo panteón hindú, las deidades suelen adoptar distintos nombres según la función que cumplen dentro de las diferentes narraciones e historias, siendo a la deidad a la vez la misma y diferente. Es el caso de Parvati y Shakti, donde la primera es la divinidad en su rol de esposa y la segunda es el aspecto energético, que en la unión con Shiva movilizan la energía universal.

** Indrabhuti, sloka 15


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (11 de octubre de 2018). Breve mirada al Tantra y el Sexo. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2018/10/breve-mirada-al-tantra-y-el-sexo.html

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