El Gran Big Data te vigila

Introducción al Big Data

Si pensamos en el Big Data, la primera idea que nos vendrá a la cabeza será de grandes datos, lo que no está alejado de su definición, pero que sin embargo es todavía muy incompleto. Los seres humanos a lo largo de toda la historia hemos estado produciendo datos, dejamos registros en todas las épocas, sin embargo, en el marco de la Sociedad de la Información y el amplio acceso a las tecnologías, la producción de datos se ha disparado exponencialmente, al punto que prácticamente cada una de nuestras actividades puede ser “observada” a través de las huellas que vamos dejando por medio de los distintos dispositivos electrónicos que usamos diariamente o que se usan sobre nosotros. Más que una condición del mundo presente, "la definición apropiada del Big Data es aquella que expresa que es un sistema complejo de absorción, interacción y proceso de grandes cantidades de datos que deben ser procesados, abarcando además de un elevado volumen o magnitud de los mismos, una variabilidad de fuentes y aspectos que permiten su procesamiento" (Escobar Borja & Mercado Pérez, 2019).

Adicionalmente, cabe decir que ese procesamiento debe ser ejecutado de la manera más rápida posible, teniendo como meta el procesamiento en tiempo real, es decir, lograr que la máquina tome decisiones en el mismo momento que se producen los hechos. Por ejemplo, en un trayecto en vehículo en el que le hemos pedido a una aplicación que nos señale la mejor ruta para llegar a destino, esta debería ser entregada no solo según los datos disponibles en el momento y según el historial de tráfico en la ruta en tal horario, sino que también, ser capaz de incorporar los datos de imprevistos (como accidentes o cortes de ruta) que se produzcan durante el viaje al instante en que se producen, para así modificar la ruta y hacernos llegar a destino en el menor tiempo posible.

Antes de pasar a revisar sus usos y sus implicaciones en la privacidad y seguridad en el uso de datos personales, elemento fundamental a desarrollar aquí, es importante tener en cuenta tres de sus aspectos recogidos por Escobar y Mercado (2009), primero, las fuentes del Big Data, los datos que se analizan tienen diverso origen, ya sea la huella que dejamos al usar dispositivos, lo que deliberadamente publicamos en redes sociales, nuestras interacciones con páginas web, aplicaciones, datos de biometría, entre otros. Segundo, la tipología de los datos, los que pueden ser estructurados (bases de datos ya organizadas que contienen información diversa y concreta, por ejemplo, la que se produce al llenar un formulario de registro para un sitio web), datos semiestructurados (provenientes por ejemplo de páginas web, como lo son los archivos html) y los no estructurados que no siguen un diseño predeterminado, como un texto libre, imágenes o videos. Tercero, las bases de datos, que son las encargadas de la acumulación y el procesamiento de los datos.

Hasta ahora, pareciera sobre todo que el Big Data es una cuestión eminentemente técnica, sin embargo, tiene profundas implicancias sociales y políticas, la capacidad de recolectar y procesar este gran volumen de información, tiene consecuencias que repercuten en su dimensión práctica, Roy Alfaro (2020) apuesta a que el “Big Data es a la vez un mecanismo de control social y una herramienta para mejorar la circulación/reproducción de capital –Big Data es una política neoliberal” (p.287), refiere a este como una ideología de la burguesía, cuestión que es necesaria poner en discusión.


Big Data en acción

El análisis de datos tiene un objetivo, a nivel general, este se puede establecer como una herramienta para la obtención de conocimiento y la toma de decisiones, a partir de ello, se desprenden sus usos, los cuales expone Escobar y Mercado (2019), sin desmedro de otras aplicaciones aún más específicas, destacan: el uso investigativo tanto en el ámbito científico como periodístico, cualquier rama o disciplina del conocimiento es potencial usuaria del Big Data; para el sector financiero, la introducción masiva de las TICs en las finanzas propicia el análisis de las características de los clientes y los movimientos comerciales, colabora en la detección de fraudes en tiempo real, el análisis de riesgos en el marco de la inversión, las proyecciones económicas sobre el mercado y el capital, entre otras cosas; el sector empresarial, permitiendo desarrollar y establecer las estrategias corporativas con todo lo que ello involucra, desde la producción hasta el marketing; el sector gubernamental se beneficia del Big Data desde la realización de análisis demográfico, un insumo para la planificación vial, desarrollo urbanístico y todos los demás temas que abarquen la preocupación de los Estados (lo que se revisará en detalle más adelante); en el ámbito de la salud, contribuye tanto en el análisis macro de grandes grupos de población, así como micro para la generación de diagnósticos de los pacientes, además de servir para la investigación en este campo en específico; el sector turístico en particular se ve favorecido por el Big Data al permitir el análisis de proveedores de servicios, rutas, reservas hoteleras, vuelos, entre otros, su uso impacta tanto a los proveedores de servicios como a los usuarios, que pueden encontrar soluciones y alternativas que maximicen las ganancias mientras se reducen los costos. 

Pero para que todo lo anterior y todas las otras aplicaciones posibles del Big Data sean posibles, requieren de un uso intensivo de los datos de las personas que sean capaces de perfilarlas para anticiparse o predecir sus comportamientos, cuestión que no está exenta de errores y tiene repercusiones éticas importantes, ya que está en juego la privacidad e incluso los derechos de las personas debido al uso que se le pueda dar a la información resultante. Nada en el Big Data es casual, “los algoritmos no son más que el poder de la burguesía disfrazado de instrumento objetivo y neutral” (Alfaro Vargas, 2020, p.289), es importante reconocer los intereses que se esconden detrás, “la gente considera las soluciones del Big Data como una ciencia. Pero el problema es que los algoritmos son más bien como la ingeniería” (Drozhzhin, 2016), en ese sentido, estamos hablando siempre de una herramienta que desde su diseño tiene una intencionalidad que se adapta a las circunstancias de quien quiere emplearla, sea esta “la burguesía” o el Estado, dentro o fuera de un proyecto neoliberal.

Incluso con el amplio potencial del Big Data hasta para salvar vidas o gestionar el conocimiento de la humanidad, su uso puede llegar a ser cuestionable, encierra peligros para las personas, su privacidad, seguridad y hasta para la democracia y libertad de los individuos, lo que revisaremos a través de los ejemplos presenteados a continuación.  

“Your Face is Big Data” de Egor Tsvetkov (s.f.) fue un proyecto artístico que desarrolló durante 2016, puso la voz de alarma en cuanto a lo que significa el uso de ciertas herramientas tecnológicas sumada al descuido de los usuarios frente a la información que exponen en redes sociales. Su obra consistió en la toma de fotografías de personas que se sentaban frente suyo en el metro, procesarlas mediante un software gratuito de reconocimiento facial y luego rastrear los rostros en la red social VK, así lograr obtener información personal de las personas previamente fotografiadas… Todo ello posible por el uso de herramientas que cualquier persona puede usar sin conocimientos técnicos específicos, que cualquiera puede llegar a usar para realizar ciberbullying, intentar una extorsión, fingir un secuestro o realizarlo de forma efectiva… 


Montaje de la exposición Your Face Is Big Data (Tsvetkov, s.f.)


Pero los peligros van más allá de las acciones inescrupulosas que puedan llevar a cabo los individuos aisladamente contra personas específicas, Roy Alfaro (2020) identifica al Big Data específicamente como un mecanismo de control social, sobre todo para la estimulación del consumo en el marco neoliberal, su “objetivo es mejorar la efectivización de la plusvalía y la implementación de nuevos mecanismos que permitan monitorear a las personas” (p. 288) y consecuentemente domesticarlas para inducir el consumo, inducir una acción. Esto se logra únicamente accediendo a información personal, la que en muchos casos no es proporcionada de forma voluntaria o bien, es utilizada para fines distintos de aquellos para los que como usuarios hemos cedido su uso. No podemos dejar pasar la oportunidad de recordar el caso de Cambridge Analytica, en el que  “a través de la aplicación de un tercero, Cambridge Analytica obtuvo indebidamente datos de hasta 87 millones de perfiles de Facebook, que incluían actualizaciones de estado, indicaciones de ‘me gusta’ e incluso mensajes privados” (Amnistía Internacional, 2019), cuyo objetivo fue perfilar, segmentar y clasificar a los usuarios para enviarles mensajes específicos con los cuales manipular su opinión y por lo tanto, su voto en las elecciones estadounidenses, lo que va más allá de usar la herramienta con el propósito de posicionar un producto en el mercado o bien de generar perfiles para recomendar contenido en alguna plataforma de entretenimiento, estamos tratando aquí con además del problema inherente a esta forma de “ingeniería social” mediante el Big Data, de su combinación con el fenómeno de las Fake News, muy presentes tanto en la elección presidencial estadounidense que dio por ganador a Donald Trump, así como en las elecciones del Brexit que marcaron la salida de Reino Unido de la Unión Europea, gracias al empleo del Big Data y el uso “de piezas informativas manifiestamente fraudulentas, o anuncios que resonaban con las concretas inclinaciones de los receptores” (Rodríguez-Ferrándiz, 2019, p6).

Aunque en el marco del mundo contemporáneo, hay una primacía evidente del neoliberalismo y los usos ya descritos en alguna medida se pueden asociar a políticas en ese sentido, el Big Data no debería entenderse como una política exclusivamente neoliberal como lo entiende Alfaro (2020), sino que además de ser una tendencia entre privados, los Estados, independientemente de su modelo político económico pueden usarlo para el control social, China y el “crédito social” es el ejemplo obvio. El “llamado Sesame Credit, valora al ciudadano según cinco factores: historial crediticio, cumplimiento de obligaciones contractuales, características personales,  comportamiento  y  preferencias,  y  relaciones  interpersonales” (Tórtola & González, 2018, p. 9), vigila prácticamente todos los aspectos de la vida, dando premios y castigos según el comportamiento de los ciudadanos chinos. Adicionalmente, esto está complementado con otros usos y sistemas, como lo son el control del sistema sanitario o el transporte, pero el más cuestionable a nivel de privacidad es el “Police Cloud”, sistema de seguridad ciudadana que combina la videovigilancia, el reconocimiento facial y el acceso a información personal tan variada como la religión, historial médico e incluso métodos anticonceptivos que utilizan. Este sistema “está diseñado para rastrear y predecir las actividades de criminales, activistas, ciudadanos con antecedentes y disidentes, incluidas las personas que las autoridades dicen que tienen «pensamientos extremos»” (Tórtola & González, 2018, p. 9), lo que podría llevar finalmente a alguna clase de persecución preventiva de delitos que ni siquiera han sido cometidos, llegando a ser finalmente una forma de coartar la libertad de pensamiento. Bien se podría argumentar que el Estado chino tiene una fachada política comunista, pero actúa como cualquier otro país neoliberal, sin embargo, esta idea de control es propia de todos los modelos de Estado, el intento democrático de alcanzar el ideal socialista por Salvador Allende en su gobierno quiso implementar una innovación en este sentido, el proyecto Cybersyn, ideado para la gestión de la economía socialista a la manera de lo que lo haría el Big Data (salvando sobre todo la distancia tecnológica y los volúmenes de información posibles de capturar), el procesamiento de los datos de producción y consumo para proyectar la producción futura de forma cercana al tiempo real. Cybersyn ni los otros sistemas ideados para el control de la producción pudieron implementarse por completo, pero si quedaron proyectados sistemas como Cyberstride para realizar predicciones estadísticas sobre la economía y Cyberfolk, el que potencialmente se podría haber convertido en una herramienta para la gobernanza electrónica e ingeniería social, Stafford Beer, cerebro detrás de estos proyectos "proposed building a series of algedonic meters capable of measuring the happiness of Chilean citizens about their government in real time. These algedonic meters would not ask questions. The users simply moved a pointer on a dial somewhere between total dissatisfaction and total happiness" (Loeber, 2018).

Conocer ese tipo de información hubiera podido derivar en respuestas ágiles para modelar la opinión pública o manipularla según la necesidad política del momento. Nada de ello ocurrió efectivamente, sin embargo, a pesar del fallido intento por instaurar este primitivo y muy limitado Big Data, la idea de fondo coincide, el control económico, ya sea en el consumo o la producción, según corresponda, y el conocimiento y modelamiento de la opinión pública. En cualquier caso, la privacidad de las personas se ve afectada, ya sea en el marco pleno de la sociedad neoliberal cuando entregamos nuestros datos a empresas como Meta (ex Facebook) y luego son robados y utilizados, o en el férreo control estatal como en China, tanto en uno u otro caso, “el Big Data no es sólo un idealismo vulgar, sino también un fascismo tecnocrático/tecnológico” (Alfaro, 2020, p. 292) del que somos víctimas y cómplices, ante el que podríamos llegar a hacer algo… tal vez.

Conclusiones

El Big Data es una realidad presente, de eso no cabe duda, estar insertos en la sociedad, particularmente dentro de la sociedad de la información, implica que somos también parte de incontables registros de datos electrónicos, nuestro nombre, dirección, información médica, todo lo que hacemos a través de los smartphone, nuestra actividad en redes, nuestros correos electrónicos, todo está registrado de alguna manera en alguna base de datos, y ante cada registro aceptamos en la gran mayoría de las veces los “Términos y Condiciones” sin siquiera leerlos, aceptando que nuestra vida sea recolectada, almacenada y procesada para lo que cada empresa a la que le damos el “aceptar” estime conveniente, a diario instalamos aplicaciones a las que les permitimos el acceso a nuestras fotos, a leer nuestras pantallas, a escuchar nuestros micrófonos… y ¿qué podemos hacer? Como individuos, preferir aplicaciones seguras y cuidar la información personal que difundimos en las redes, particularmente en sitios como Facebook, Instagram y otros del mismo tipo. Como ciudadanos, exigir a los representantes políticos que generen leyes que protejan a la ciudadanía frente a las empresas que recolectan nuestra información. Como profesionales de la información, tenemos la responsabilidad de proveer a los usuarios de capacitación suficiente para que puedan hacer un uso consciente de internet y sean capaces de juzgar críticamente el contenido que consumen en las redes conociendo de los riesgos que plantea el Big Data y el cómo evitarlos.

Independientemente de que se pueda calificar como un proyecto neoliberal, una forma de fascismo o herramienta para el control social, el Big Data puede aportarnos una gran cantidad de beneficios que no deberíamos rechazar, su uso ético y sobre todo en el marco de la investigación y desarrollo de aplicaciones tecnológicas puede aportar beneficios en nuestras vidas, es importante conocer por ejemplo las capacidades del Big Data para la medicina, analizando volúmenes de información mucho más grandes de lo que podría evaluar un médico para un diagnóstico por ejemplo, pudiendo complementar la experiencia humana con la capacidad de análisis de una inteligencia artificial. El Big Data está cada vez más cerca de nosotros y día a día la tecnología avanza para que los usuarios comunes puedan emplearlas, Google Analytics es una herramienta gratuita que puede ayudar a generar perfiles de tráfico en línea, ya sea para un pequeño negocio en línea, para una biblioteca o cualquier otra institución, desde este ámbito, también debemos ser usuarios con una ética del resguardo de la información personal de nuestros clientes o usuarios, procurando generar un beneficio social siempre con medios e información legítima, pues más allá de que el Big Data pueda asociarse a manifestaciones ideológicas, al ser una herramienta que podemos utilizar y debemos convivir, depende en alguna medida del uso que le demos.


 Referencias:

Alfaro Vargas, R. (2020). La ontoepistemología del big data. Sapientiae: Ciências sociais, humanas e Engenharias. Vol. 5(2). pp. 286-294.

Amnistía Internacional (24 de julio de 2019). “El gran hackeo”: Cambridge Analytica es sólo la punta del iceberg. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/07/the-great-hack-facebook-cambridge-analytica/ 

Drozhzhin, A. (29 de marzo de 2016). Errores del Big Dara que debemos abordar. Kaspersky Daily. Recuperado el 16  de diciembre de 2023. https://www.kaspersky.es/blog/nine-big-data-issues/8022/ 

Escobar Borja, M. y Mercado Pérez, M. (2019). Big data: un análisis documental de su uso y aplicación en el contexto de la era digital. Revista La Propiedad Inmaterial n.° 28. pp. 273-293. DOI: https://doi.org/10.18601/16571959.n28.10

Loeber, K. (2018) Big Data, Algorithmic Regulation, and the History of the Cybersyn Project in Chile, 1971–1973. Social Sciences. 7(4):65. https://www.mdpi.com/2076-0760/7/4/65 

Rodríguez-Ferrándiz, Raúl (2019). “Posverdad y fake news en comunicación política: breve genealogía”. El pro-fesional de la información, 28 (3), e280314. https://doi.org/10.3145/epi.2019.may.14  

Tórtola, C & González, A. (2018). Big Data en China. Boletín económico de ICE, Información Comercial Española (3102). https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6711021&orden=0&info=link 

Tsvetkov. E. (s.f.). Your Face is a Big Data. Cargo Colective. Recuperado el 16 de diciembre de 2023 de https://cargocollective.com/egortsvetkov/Your-Face-Is-Big-Data 



Para citar este artículo por favor usar: 

Cárdenas, L. (11 de enero de 2024).  El Gran Big Data te vigila. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2024/01/el-gran-big-data-te-vigila.html


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