Cuestiones en torno a la secularización

La secularización ha sido un concepto ampliamente difundido y cuestionado, más aún cuando su significado no es único, describiendo a la vez un proceso y su resultado que no puede ser aplicado de forma estándar a todas las sociedades. En su aspecto más general nos recuerda a la separación de Iglesia-Estado, proceso especialmente occidental, sin embargo, la religión no ha desaparecido del seno de la sociedad. Aunque no en sus mismas formas y sin los mismo grandes bloques que congregaban a grandes grupos de la población, podría llegar a decirse que las personas siguen siendo religiosas, pero adoptando modos de relacionarse con lo sagrado de formas distintas, algunas de las causas de estas transformaciones pasan por la racionalización del mundo, dejando de lado la explicación mágico-religioso de los fenómenos naturales; La separación de Iglesia-Estado, en su aspecto funcional; y la ruptura del monopolio sobre las creencias por parte de una única iglesia. Lo que se explicará dentro del marco de las transformaciones específicas del cristianismo.

En primer lugar, la racionalización del mundo para la Europa cristiana, cuyo puntapié inicial se daría con el Renacimiento, pero que sin quererlo, por medio de la reforma protestante se agudiza, por lo tanto, es el proceso de fractura de la Iglesia Católica y el desarrollo de esta reforma lo que generará un descentramiento de lo religioso como ámbito explicativo del mundo, bajo el cual quedaban supeditados todos los demás aspectos del devenir humano en el Antiguo Régimen. En particular Max Weber nombra como secularización a esta racionalización y desmitificación del mundo, lo que da la posibilidad, a largo plazo que exista ciencia, política y economía fuera de la religión. Dentro del aspecto de la racionalización, cabe destacar el afán intelectualista de comprender los fenómenos naturales y como la ilustración logra generar este nuevo conocimiento del mundo, lo que hace innecesaria la explicación mágico-religiosa del cómo se producen los fenómenos naturales, más aún si ya sabemos por ejemplo que las lluvias se producen gracias a la condensación del vapor de agua de las nubes y el ciclo del agua se genera por sí mismo… ¿no será necesario rezar más a san Isidro Labrador?

En segundo lugar, la ruptura entre Iglesia-Estado, no se trata solamente de un proceso que atañe al aspecto político, aunque es una idea que se arrastra desde la ilustración, la separación del poder espiritual y temporal, al menos para el caso chileno, es un proceso bastante tardío en el aspecto formal (Constitución del 1925), pero que tiene sus antecedentes más importantes en las leyes de cementerios laicos, matrimonio civil y registro civil en torno a 1883 y 1884. Concretamente esto cambia a la religión en tanto que ya no será la responsable de registrar aspectos cruciales de la vida como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, por lo tanto, se puede existir y dejar la existencia con la posibilidad de ser un no-cristiano-católico. Sin embargo, el peso de la Iglesia Católica y las demás iglesias cristianas sigue siendo tal que continúa afectando las decisiones del poder político, aunque este no sea un Estado confesional, se hace evidente que a causa del peso de la religión en la sociedad chilena actual aún no puedan ser siquiera discutidos más allá de las implicancias “éticas” cuestiones como el aborto libre o la eutanasia, sin que surjan discursos avalados desde el conservadurismo religioso.

Por último, el tercer rasgo de la transformación es la ruptura del monopolio de la religión única, que para nosotros ha sido el cristianismo, especialmente católico. Por sí misma, en una situación monopólica no se requiere que aquel que ofrece el servicio de esmere en demasía para logar tener cautivos a sus clientes, no obstante, al romperse el antiguo monopolio católico se da el pie para una diversificación del cristianismo en primer lugar, y luego, la entrada de otras religiones no cristianas. Suelen ser los nuevos oferentes los que van a tomar un rol activo en la captación de nuevos creyentes. Las iglesias evangélicas para el ámbito cristiano serán las de mayor crecimiento, ya que son comunidades que se fragmentan constantemente, careciendo de una jerarquía central que rija sobre todas ellas. Sin embargo, los demandantes pueden relativizar su filiación. Cambiar de parroquia, templo o convertirse a otra religión, también es posible que solamente adquiera ciertos servicios, como el bautismo, matrimonio religioso o ritos fúnebres, o participe en algunas festividades específicas, al respecto no es de extrañar que los templos católicos se llenen para Domingo de ramos u otra gran festividad, pero que el resto del año solo cuenten con la presencia de sus feligreses más devotos. Tampoco hay que desdeñar en este punto la amplia captura del mercado de lo religioso al florecimiento de los movimientos new age, que proveen a las personas de un amplio abanico de respuestas "espirituales", más allá de la religión tradicional.

A pesar de los grandes cambios de las religiones, no se puede descartar que las personas dejen de ser en absoluto religiosas, las estructuras de poder mutan, al igual que las doctrinas se adaptan a los nuevos tiempos, mientras desaparecen y aparecen nuevos cultos y las personas optan por ciertas formas de religiosidad. Más allá de todo ello, la religión sigue prestando servicios a las personas tanto en lo material como lo inmaterial tendientes a satisfacer necesidades específicas.

Es indudable que a lo largo de la historia la religión ha sido una herramienta para la cohesión social y el desarrollo de identidades colectivas, al día de hoy aunque con menos fuerza lo sigue siendo, José Casanova (2008) en el artículo “reconsiderar la secularización” menciona el caso de los inmigrantes que llegan a Estados Unidos los cuales tienden a ser religiosos como medio de adaptación a la nueva sociedad que lo acoge, al respecto, en un caso que me ha sido posible apreciar directamente, en la Parroquia la Estampa de Nuestra Señora del Carmen, en la cual aproximadamente la mitad de los feligreses son de procedencia extranjera (peruanos, colombianos y haitianos) que no solamente van por los servicios religiosos, sino que además, participan de actividades y talleres orientados al fortalecimiento de la comunidad, sean estos niños, adultos o de tercera edad.

No se trata solamente de la administración de las almas, también la religión, especialmente el mundo cristiano evangélico, se ha preocupado de la rehabilitación de reos en las cárceles y de adictos de drogas y alcohol, en este sentido, la religión aparece como una forma de pertenencia a una comunidad que supera las redes de apoyo e herramientas de rehabilitación que puede generar el estado. Más allá de toda posible crítica a la orgánica de estas comunidades terapéuticas, el aporte de las iglesias evangélicas en Chile en este sentido no es menor, ya que con un financiamiento escaso logran cambiar la situación de muchas personas que de otro modo no lo harían.

Igualmente, un merito que no se le puede restar a los grupos religiosos cristianos es lo que en términos ideales puede llamarse “justicia social” y las obras sociales que a partir de motivaciones religiosas han surgido, al respecto, es inevitable mencionar al Hogar de Cristo, como institución insigne de esta labor y el arduo trabajo de sacerdotes como Alberto Hurtado o el Cardenal Raúl Silva Henríquez, que en las situaciones más adversas estuvieron al frente de la lucha por los necesitados y oprimidos.

Sin dejar de lado las necesidades individuales, la religión no ha dejado de ser para cada creyente una fuente de respuestas para sus dudas sobre la existencia y el propósito del estar en este mundo. Según sus propias dudas y aspiraciones, cada cual en el presente puede establecer su propio diálogo respecto a su creencia y a la doctrina que le satisfaga de mejor manera, pudiendo además, entrar en sí mismo a complementar visiones religiosas contrapuestas. A pesar de todos los cambios que ha visto la historia sobre la manera en como las sociedades y las personas establecen contacto colectivamente con lo sagrado, la respuesta final es siempre individual, en el presente es posible conocer otras creencias, adoptarlas del todo o incorporar parte de ellas, ser miembro de una iglesia a la vez que se practica rituales de otras procedencias. En definitiva, la religión dejó de ser un grupo de bloques estancos, con ciertos sincretismos (y herejías) locales, la religión es ahora un ámbito móvil, líquido si se prefiere, donde el creyente de un credo hoy puede serlo de otro mañana, o donde el ateo puede adoptar una fe, en cualquier caso, con costos en sus relaciones sociales relativamente aceptables, este es un terreno donde cada individualidad fluye. 

Si bien, los Estados son hoy en día mayormente seculares en el mundo, cabe preguntarse de todas maneras qué tanto más o menos religiosas son las personas, ya que, si bien no es difícil establecer que las religiones tradicionales tienen menos adeptos, los nuevos movimientos religiosos absorben muchos de estos feligreses y las prácticas religiosas individuales y disponibles en el mercado son más abundantes que nunca. 

Referencia: 

CASANOVA, J. (2008). Reconsiderar la secularización: Una perspectiva comparada mundial. Relaciones Internacionales, (7), 1–20. Recuperado a partir de https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/4928


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (29 de agosto de 2023). Cuestiones en torno a la secularización. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2023/08/cuestiones-en-torno-la-secularizacion.html

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