El karma, principio de solidaridad universal

En su variante más simple el karma (de la raíz sánscrita kr que significa actuar/hacer) se define como una ley de causa y efecto, acción y reacción. Es un principio central en todas las religiones dharmicas (hinduismo, budismo, jainismo…), estando en esas religiosidades su origen histórico, aunque hoy es un término de uso común en una amplia variedad de creencias herederas más directas del movimiento “new age” que de las espiritualidades de la india.

Sea en el marco de su cultura de origen o en la extrapolación a nuevas creencias, el karma se ha definido en lo específico de múltiples maneras, desde un karma relativo a la persona, a las familias, a los pueblos, los países… karmas que se desarrollan por causa de la vida pasada, de la vida presente… karmas neutros, positivos, de mérito, negativos, de demérito…

Sin embargo, saber y ser consciente del karma y sus efectos son cosas distintas, a lo largo de la historia religiosa de la India (y del mundo ahora), el karma ha sido un subterfugio para obtener beneficios mundanos para esta vida y la siguiente, lo que en realidad es una ruta opuesta al sentido mismo del objetivo de los dharmas (senderos religiosos), que es el alcanzar moksha (la liberación), esto sería estancarse en el nivel del saber: conocer el efecto de los rituales para obtener sus beneficios o ayudar a otras personas con la finalidad de recibir recompensas a cambio. El karma, si es que funciona, debería retribuir inequívocamente esas acciones de forma positiva para quien las ejecuta atrapándole sin embargo más y más en el mundo material. El nivel de la consciencia del karma opera de manera distintas, incluso conociendo los efectos positivos y realizando las mismas acciones, la renuncia a los beneficios de la actividad contribuye en la vía de la liberación, aquí se actúa independientemente si existe beneficio o pérdida en relación a la retribución del karma, ya que la recompensa está más allá de lo que la mente del propio individuo puede desear (recuérdese en este sentido el momento de debilidad de Arjuna en el Bhagavad gita), pero eso tampoco es suficiente.

En su libro De la mística: Experiencia plena de la vida, Raimon Panikkar nos recuerda que “la experiencia del karman solo puede aparecer en la consciencia si se ha superado el individualismo”, él considera el karma como un principio de solidaridad universal, dado que los resultados de nuestras acciones no se limitan solamente al efecto sobre la persona misma, sino que involucran una enrevesada red de relaciones que es simplemente imposible de captar completamente… algo tan simple y cotidiano como comer un trozo de pan implica activar una serie de karmas que involucran al vendedor, al panadero, al dueño de la panadería, a las personas que trabajan en el molino, al transportista que le lleva el trigo, a la persona que cargó el camión, al dueño de las tierras en las que se sembró el trigo, a quien cosechó, a quien sembró, la persona que guardó la semilla el ciclo anterior… y el pan no se hace solamente de trigo, habría que multiplicar esto por cada ingrediente y por cada persona que se relaciona a la persona que está involucrada en el proceso.

¿De qué sirve la consciencia de esto? Aunque la liberación es finalmente un proceso individual, el camino a esta no se recorre solo, no está liberado aquel que es indiferente al resto, sino quien desarrolla un nivel de compasión tal que sacrifica sus deseos de trascendencia en favor de otros (tal como el ideal budista del bodhisattva), quienes asumen incluso el karma de otras personas para sí… son diversos los místicos y “santos” que habiendo encontrado la experiencia plena de la divinidad no se alejan del mundo, no evitan continuar con la estrecha interrelación que como individuos tienen con su sociedad incluso habiendo conocido “lo real“, sino que prefieren continuar con sus vidas y sus oficios, pero con una actitud de total entrega por causa de la justicia, entregándose a la prédica desinteresada de su sendero a través de sus acciones como ejemplo más allá de lo revelador que puedan ser sus palabras, con respecto a esta actitud se puede citar la disposición de los místicos sufís, quienes rara vez asumen el aislamiento de carácter espiritual como permanente, si bien estos últimos no tiene el karma como concepto propio, ahí sigue siendo la importancia de la acción en el marco de lo social lo relevante, en tanto que su realización espiritual nunca está vinculada a la pasividad.
Finalmente, volviendo sobre Las palabras de Panikkar en el libro antes mencionado, “el individuo es responsable de sus actos precisamente porque está unido a todo el resto del mundo. La responsabilidad es siempre frente a otro o a otros con quien se está unido solidariamente, karmáticamente”. Así, el llamado en términos espirituales es siempre actuar, actuar conforme a los más altos estándares a los que nos llamen nuestros valores que podemos llamar “espirituales”.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (31 de julio de 2022). El karma, principio de solidaridad universal. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2022/07/en-su-variante-mas-simple-el-karma-de.html


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