Un Jesús revolucionario

La figura de Jesús (el Cristo) como guía espiritual es incuestionable, sin embargo, hay otros aspectos relevantes de su misión y acciones que lo trasladan a convertirse en una figura eminentemente revolucionaria en el sentido político. Es difícil y poco realista enmarcarlo inmediatamente como un zelote (grupo nacionalista judío enfrentado contra el poder romano, los fariseos y saduceos), no obstante, nos encontramos pasajes en que Jesús sostiene una actitud de desprecio frente a Herodes llamándole zorro:

31 En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron:
—Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
32 Él les dijo:
—Vayan y díganle a ese zorro: “He aquí echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día termino”. (Lc 13, 31-32)

Igualmente, trata con ironía el papel de quienes gobiernan atribuyéndose ser falsamente amigos del pueblo:

25 Entonces él les dijo:
—Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores. (Lc 22, 25)

Resulta particularmente curioso además que entre sus discípulos se encontrasen zelotes o personas que antes lo hubieran sido, como Simón el Zelote o Judas Iscariote (se han producido sendos debates históricos y teológicos para asegurar o refutar esto), además que en varios pasajes de la biblia se asegura que habían discípulos que estaban armados con espadas, que seguramente tendrían la utilidad evidente para la que se tiene un arma. La purificación del templo (Jn 2, 13-22), episodio conocido en el que Jesús saca a los comerciantes y cambistas del templo, es una manifestación de la forma en que este personaje actúa de manera crítica y efectiva ante la perversión del sistema sacerdotal (político-religioso) que indudablemente afecta al pueblo judío de su época. Si hacemos el paralelo a nuestro presente, los mismos dueños de las leyes, que se benefician de los tributos (antes los fariseos y hoy la clase política), acomodan a su conveniencia las circunstancias para su propio beneficio, ante lo que no es necesario ser el “hijo de Dios” para alzar la voz en contra de la injusticia, todos podemos hacerlo. Por otra parte hay una expresión ambivalente respecto del respeto a las leyes, hay diferentes pasajes del evangelio que asumen cierta sumisión ante la ley, pero en Mt 23,23 nos dice: 

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque entregan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero han omitido lo más importante de la ley, a saber: el juicio, la misericordia y la fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquellas.

Pudiendo interpretar de ello que más allá de la ley en sí misma, la letra posee una enseñanza y objetivo que le supera, el “juicio, misericordia y fe”. Salvo por la expresión del tercer punto, los dos primeros superan las barreras de toda cultura y creencia. Jesús critica a los fariseos porque se enceguecen en las exigencias de la ley, pero descuidan su esencia, algo parecido a la aplicación de la ley contra aquellos que protestan, sin atender que es la construcción legal en sí, la que se aleja de todo buen juicio y misericordia. 

No sería justo pasar por alto la acción social de Jesús, más allá del sentido de urgencia que se expresa en la caridad cristiana, darle pan al hambriento es siempre prioritario. No obstante, cabe señalar que también impulsa ineludiblemente la justicia social. Es prácticamente inevitable pensar en la graciosa ironía del relato de Jesús en Lc 12, 13-21, en donde se cuenta la historia de un hombre rico que con afán de comodidad y apego a su patrimonio quiere construir unos silos nuevos para su gran cosecha sin saber que pronto va a morir. Igualmente revelador resulta el pasaje de Mc 10,21, cuando Jesús insta al hombre rico a vender sus posesiones, repartir su dinero a los pobres y seguirlo. En este último texto la avaricia del que más posee es la mayor dificultad para emprender el camino espiritual, pero también indica claramente que solamente mediante la restitución de la dignidad del pueblo pobre es posible alcanzar a Dios. 

Para terminar, cabe recordar que Jesús ya en su infancia fue un niño migrante, obligado por la persecución de Herodes y en su adultez prisionero y ejecutado político, mediante un arreglo entre las autoridades judías arraigadas en su decadencia moral y lo que para los romanos no significaba nada más que un instigador de revueltas menos. El fue de los primeros revolucionarios espirituales, pero no existe revolución espiritual sin su contraparte terrena. Es fundamental recordar una y otra vez que Jesús perseguía la dignificación para la sociedad entera, pero sin ser erigido el mismo como un rey, huye en cuanto la gente pretende convertirlo en uno (Jn 6, 15).


*Los fragmentos de la biblia corresponden a Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano

**El texto en la imagen corresponde a Lucas 6,24-26


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (22 de septiembre de 2020). Un Jesús revolucionario. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/09/un-jesus-revolucionario.html

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