¿Si como carne no soy espiritual?

Si comes carne no eres espiritual, así sentencian algunas personas, y con un tono no solamente cargado de superioridad moral, sino que también, de una supuesta superioridad espiritual, luego ponen uno que otro argumento sobre el sufrimiento animal y un par de ejemplos de personajes históricos y “espirituales” que presuntamente no comían carne, todo bien con las cosas del final, pero aun así no se sostiene totalmente la afirmación de que comer carne te convierte en una persona no-espiritual. Antes de ir de lleno a analizar este problema, es preciso aclarar a la gente vegana y “espiritual”, que esto no es una defensa al consumo de carne en sí mismo, que esta reflexión apunta a visualizar este tema desde un enfoque de diversidad espiritual y perspectiva histórica. 

Lo que implica la industria de la carne prácticamente no tiene misterio alguno... la crianza se da muchas veces en condiciones insalubres, los animales son tratados cruelmente, asesinados de forma despiadada, troceados algunas veces mientras mueren... y finalmente una porción de carne. Sin embargo, definir lo espiritual y la espiritualidad es una cuestión mucho más difícil, ya que no hay una espiritualidad estándar como práctica ni como sentido, sin embargo, se la relaciona con una especie de sensibilidad particular y una propensión hacia la virtud, un sentido que direcciona desde lo temporal y material a lo intemporal y supramaterial, a veces tenida como una cuestión meramente individual, pero fundamentalmente se trata de una valoración compartida entre un grupo de individuos, una meta de trascendencia intersubjetiva. Quedándonos con esta simple definición, aparece otro problema, dicho problema es que cada sociedad en diferentes tiempos y lugares ha tenido ideas divergentes en torno a los componentes que he propuesto que se entiendan como espiritualidad. 

La relación con lo que representa este mundo tangible y contingente, el camino de la virtud y el acceso a las realidades más allá del tiempo y la materia lo plantea cada cultura o cada grupo de personas que comparte un mismo ideario espiritual, es así, que las consideraciones sobre cuestiones particulares, como es el caso de consumo de carne, se va a resolver de forma diferente atendiendo a las condiciones imperantes (ambientales, sociales, económicas, históricas...) en las que se vea envuelta cada grupo humano, particularmente, los diferentes senderos espirituales o religiosos, van a proveer una justificación a su consumo, reglas para hacerlo o bien la prohibirán.

En la antigüedad, gran parte de las sociedades solían realizar sacrificios cruentos, es decir, aquellos en que se mataba un animal en honor a los dioses, en algunas ocasiones el animal luego de ser desangrado se incineraba completo o bien, se entregaba a las llamas las partes menos atractivas para el consumo humano (piel, grasa y huesos) y el resto era consumido por los asistentes al sacrificio y particularmente por quienes oficiaban de sacerdotes, todo ello como acto expiatorio, de agradecimiento u ofrenda regular determinada por el calendario religioso. Por mencionar algunos casos, en la Antigua Grecia se practicaban las hecatombes y los antiguos hebreos realizaban los holocaustos, aunque estos fueron paulatinamente cayendo en descrédito. Este tipo de sacrificios con un evidente sentido espiritual no es algo que se haya perdido en la historia, hoy en día, los musulmanes mantienen el Eid al-Adha, una festividad en la que se sacrifica un animal (generalmente un cordero) conmemorando el sacrificio que estuvo dispuesto a hacer Abraham con su primogénito, tradicionalmente este acto se entendía como una muestra total de sumisión a Allah, el recuerdo de la importancia de desprenderse incluso de sus seres amados para complacer a la divinidad. El sacrificio es precedido por oraciones, al animal se le da muerte procurándole el menor sufrimiento (supuestamente) y ya cuando se ha desangrado completamente, sirve de alimento a la familia y se debe compartir parte de su carne con familiares, amigos y personas necesitadas. 

Al menos, en lo que respecta a la alimentación por la línea de las religiones abrahámicas, se acepta el consumo de carnes, aunque persisten ciertos tabúes alimenticios enfocados a ciertos animales en particular, no por su sacralidad, sino por su asociación a ciertas impurezas, siendo el principal el cerdo, vedado para judíos en las leyes de Levítico 11 y para los musulmanes en el Corán 2.173, regla que no siguen la mayoría de los cristianos, quienes fundamentan en el libro de Hechos capítulo 10 que todos los animales son permitidos, aunque hay ciertos grupos cristianos como los Adventistas del Séptimo Día que van más allá de dejar de lado el cerdo, sino que optan por una dieta ovo-lacto-vegetariana, que no se basan en la biblia para ese precepto en particular, sino en las enseñanzas de su fundadora Ellen G. White. En estos casos, el vínculo con la búsqueda de la virtud espiritual, sin contar con la excepción adventista, no considera la alimentación de carne como un obstáculo en sí mismo para la vinculación con el ser trascendente. 

Llegó la hora de mirar hacia oriente, particularmente en la India, donde el consumo de carne y su negación ha sido interpretada desde la antropología de una forma bastante interesante por Marvin Harris en su libro Caníbales y Reyes, quien postula que los tabúes alimenticios sobre los animales se basan en la consideración de costos y beneficios para ciertas sociedades, por supuesto que estos tabúes son impulsados en algunas culturas antiguas por los cuerpos sacerdotales, quienes son los depositarios de la autoridad divina, pudiendo de ese modo declarar impuro, pecaminoso y contrario a las creencias espirituales la cría o ingesta de ciertos animales, lo que vendría a representar el caso de los judíos y musulmanes con la prohibición del cerdo. Aunque también pueden darse como la suma de las decisiones de una cantidad importante de individuos que ven en el consumo de carne un impedimento para desarrollar otras actividades con su ganado, tal sería el caso de la India. Los hallazgos que se datan entre el 2.500 y 2.000 a.e.c. en Mohenjo Daro y Harappa incluyen huesos de ganado vacuno, ovejas, cabras, cerdos, búfalos de agua, elefantes, camellos y gallinas con signos de haber sido restos de alimentos. Dichas zonas fueron afectadas por cambios climáticos, lo que debilitó las condiciones de vida de la población nativa y abrió las puertas a las invasiones de los pueblo arios que configurarían la religiosidad védica más tarde. En la época védica primitiva hasta el 1000 a.e.c. los ya asentados pueblos arios dejaron testimonios en sus textos sobre su alimentación, la que incluía carne incluso de vaca. Para el periodo védico tardío los sacrificios de animales se practicaban no solo como servicio religioso, sino además en honor a invitados distinguidos. Harris comenta además que en los textos hindúes primitivos aparece una ambivalencia respecto de la prohibición o no de comer carne en general y de vaca en particular, algunos textos la declaran totalmente prohibida mientras otros la consideran permitida. En este periodo de hinduismo primitivo, la religión estaba totalmente dirigida por los cuerpos sacerdotales, es decir hacia los brahmanes, los textos sutras indicaban que únicamente los brahmanes podían sacrificar animales, habiendo monopolizado el ritual, por lo tanto solo era posible su ingesta si ellos oficiaban los sacrificios. Ya para el 600 a.e.c. la sobre explotación del ganado para el consumo habría generado una afectación profunda a la cantidad de animales necesarios para labrar la tierra, elevando así los costos de consumir su carne, es decir, sacrificar animales para el consumo impactaba directamente en la producción agraria, base alimentaria de la población en general. Así la carne se transformó en un producto casi exclusivo para los brahmanes y las castas altas, llevando a las clases bajas a un vegetarianismo funcional antes que religioso. Juntamente con ello, en el siglo VI a.e.c. nacen movimientos espirituales contrarios a la clase sacerdotal, cuyo foco atacó por una parte a la situación de privilegios en que vivían estos, pero particularmente se enfrentaron a esta por la cuestión de la carne enfocada a la crueldad de los sacrificios, el budismo y el jainismo fueron tajantes en considerar la importancia de la vida animal, por ese medio invalidaban la utilidad de los sacrificios cruentos como medio de redención, la que era posible solo para las castas superiores en las condiciones teológicas que ellos planteaban, pues estos eran los únicos que tenían los medios económicos para procurarse animales para sacrificar. Igualmente, estos movimientos reformistas impulsaron una espiritualidad que consideraba la pobreza como medio válido de redención, desplazando paulatinamente la importancia de los sacrificios animales en la sociedad. 
Particularmente el budismo inicial, aunque consideraba sagrada la vida de todos los seres, no se oponía del todo al consumo de carne, era admisible mientras quien coma no haya participado de la matanza, pero el jainismo fue inmediatamente más radical al plantear una dieta vegetariana estricta. 
Como consecuencia de esto y el descrédito de la religión de los brahmanes, surge el hinduismo que adopta la doctrina de ahimsa (la no violencia) que incluye la consideración de la vida animal con una importancia semejante a la humana, prohibiendo el consumo de carne. Sin embargo, hasta el año 350 de nuestra era se encuentras testimonio de que los Brahmanes comían carne animal en los ritos funerarios de Sraddha, lo que ha quedado también registrado en textos como el Kurma Purana, donde se dice que quien no coma carne en el Sraddha renacerá una y otra vez en un animal. En particular, sobre el tema de la sacralidad a las vacas, a pesar de que fueron históricamente adoradas, no hay con certeza una fecha posible para decir definitivamente en qué momento se volvieron sagradas (y por lo tanto prohibidas totalmente como fuente de carne), su sacralidad universal podría ser considerada en época tan tardía como el 700 de nuestra era, posterior a la llegada de los musulmanes a India.
Como se ha ido sugiriendo en este texto, la consideración de comer carne va variando en torno a las circunstancias y no tiene que ver necesariamente con la pura reflexión “espiritual”, sino que también atiende al entorno ambiental, social y económico. 

También es necesario mencionar en este tema a América y sus culturas indígenas, si bien la cosmovisión en torno a la Pachamama plantea una relación profunda que llega a la veneración al ecosistema, los animales son tratados con profundo respeto, pero ello no los ha dejado fuera de la práctica de sacrificios cruentos y de ser utilizados como alimento o medicina. La llama es el ejemplo más representativo al respecto en lo que fue el antiguo Imperio Inca y las poblaciones herederas suyas que fundamentalmente habitan en Perú, Bolivia y el norte de Chile siguen reproduciendo algunas de sus prácticas ancestrales. El entendimiento profundo del equilibrio del universo llevaba al sacrificio acotado de ejemplares de llama que servían para la alimentación, preservando así a la especie. Como ya se señaló antes, parte de los sacrificios implicaban no solamente alimentación, también tenían que ver con la salud, ha sobrevivido hasta nuestra época el "yawar sancu" una tortilla de maíz mezclada con sangre de llama obtenida de un sacrificio ritual, cuya finalidad es comer la tortilla que protegerá la salud. No podemos dejar de mencionar los sacrificios cruentos que tienen una finalidad comunicativa entre los seres humanos y los dioses, aquellas ofrendas de sangre que presuntamente servirán para obtener el favor divino, en este caso, la compresión espiritual del mundo implicaba que ofrecer colectivamente grandes sacrificios humanos y animales que permitirían aplacar los embates de la naturaleza, restaurar el equilibrio del cosmos. 

Antes de finalizar este texto sobre las consideraciones del consumo de carne en diversos senderos espirituales, quisiera compartir otra mirada más, la del Falun Gong, sendero espiritual, religioso y filosófico que nace en China a principio de la década de 1990, sus enseñanzas se relacionan con el budismo, el taoísmo y el confucianismo. Li Hongzhi, el fundador del Falun Gong declara la importancia de cada vida, desde la humana a la vegetal, pero que la cuestión de alimentarse con carne no es un problema en el avance espiritual por el hecho de matar vidas, esto podría parecer un sin sentido para algunas personas, ya que la carne se obtiene de animales muertos, sin embargo, él desplaza el foco del asunto, ya que lo primordial ahí, para el cultivo espiritual es el control del deseo que implica ese tipo de alimentación, es decir, el ideal espiritual no es dejar la carne porque se asesine a un animal, sino que lograr un cultivo espiritual suficiente en que el aspirante no desee un trozo de carne. Realmente este enfoque tiene lógica desde esa perspectiva, pues en sus términos espirituales de nada sirve abstenerse o ser obligado a no comer carne mientras el deseo que implica no se encuentre dominado, mientras que ese apego en particular no esté superado. Agrega además, que cualquier tipo de alimentación que se prefiera por gusto es una forma de apego, por lo tanto, se entiende como un problema en el avance espiritual, lo que sería el logro de ese tipo de cultivación es no tener apego ni deseo alguno por cualquier clase de alimento, aunque eso es propio de practicantes que han logrado un avance realmente alto, en ese punto se come simplemente lo que se tenga para comer, sea animal o vegetal, ahí el alimento cumple únicamente el objetivo de nutrir el cuerpo. 

Volviendo finalmente sobre la pregunta inicial ¿si como carne no soy espiritual? La respuesta solamente tú te la debes dar, no hay una alternativa única en el mundo de las concepciones espirituales, si sigues alguna tradición en particular lo mejor es que aprendas de ella, conozcas el fundamento y las razones por las que se recomienda ahí un tipo de alimentación u otra, si esa respuesta o práctica te satisface está muy bien en términos “espirituales”, si resulta que no te satisface puedes buscarte un grupo de personas que lleven a cabo un camino de virtud y trascendencia que se parezca más a lo que tú sientes o inventarte tu propia espiritualidad. Cualquiera sea el caso ve más allá, hay muchas razones para no comer carne que están por sobre lo espiritual, tal es el caso del daño ecológico que produce la ganadería, la compresión de que los animales son seres tan capaces como nosotros de sentir dolor y emociones, los argumentos biológicos que desplazan la necesidad de proteína animal y muchos otros que vale la pena considerar. 

Te dejo algunos enlaces con información interesante en torno a la carne, la vida animal y humana en distintas culturas, cosmovisiones y espiritualidades.

Descripción de los tipos de sacrificios cruentos e incruentos practicados por los judíos. 

Crítica de activista egipcia contra a la degeneración y pérdida del sentido espiritual del Eid al-Adha. 

La comida en el antiguo Perú: haku mikumusum (¡vamos a comer!). Por Oswaldo Salaverry.

Sacrificio masivo de niños y llamas en Perú, artículo de National Geographic.

El último sacrificio humano mapuche documentado en Chile. 

Libro Caníbales y Reyes de Marvin Harris. 




Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (18 de septiembre de 2020). ¿Si como carne no soy espiritual?. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/09/si-como-carne-no-soy-espiritual.html

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