Budismo y acción social

El budismo como religión/filosofía ha tenido una postura que pareciera haber demostrado cierta aceptación o indiferencia ante las desigualdades sociales y las tiranías, aunque el “sufrimiento” sea su tema central, muchas veces da la impresión que su sabiduría radica simplemente en comprenderlo, pero sin acabar con los males que lo originan, ya que se le adjudica simplemente a la condición humana y no a los factores sociales.

En su primer paseo por el mundo de la gente común, aquel que se convertiría en el Buda (vale recordar que Siddharta Gautama era un niño de la realeza que creció apartado del resto de la sociedad), vio cuatro cosas que le provocaron tal impacto que lo impulsarían a difundir el Dharma... vejez, enfermedad, muerte y la paz del asceta. Contrariamente a lo que pudiera parecer y a pesar de lo lejano que se perciba al budismo como una vía para alcanzar la liberación de la opresión contingente que se ejecuta en dentro del samsara, puede desembocar también ahí. Su liberación pone el énfasis en los fenómenos desde la mente y, su alternativa es un trabajo que corre por un camino diferente al que tienen las revoluciones que podríamos llamar occidentales que se enfocan en la acción inmediata, decisiva e incluso violenta, sin embargo desde este sendero espiritual la revolución es primeramente interior, lo que inevitablemente se convierte en una larga transición que requiere de sabiduría (prajña), la meditación (dhyâna) y la moralidad (sîla), solamente así se puede construir una comunidad (sangha) universal. 

El budismo busca evadir el hecho de cometer presión o violencia para alcanzar cualquier objetivo, salvo en algunas excepciones que quedan plenamente justificadas. Remontándonos a la época en que se introduce el budismo en el Tíbet tenemos a Lhalung Pelgyi Dorje, quien liberó al rey Langdarma de seguir acumulando mal karma, mediante su asesinato, en medio de una situación política de represión hacia los budistas tibetanos. Este monje, realiza este acto para proteger el dharma incluso a sabiendas que afectaría su propio progreso espiritual, es decir, sacrifica su propia liberación en favor de su comunidad. Otro evento histórico más reciente en el tiempo, son los monjes que se “queman a lo bonzo”, cuyo primer registro es en Vietnam en el año 1963, como forma de protesta contra el presidente de su país. 

Ambos casos demuestran que el budismo en realidad no es necesariamente pasivo ante la conflictividad social y en momentos cuando la acción efectiva es requerida, hay budistas que intervienen activamente. También en el budismo tenemos la figura del Bodhisattva, que es la persona embarcada seriamente en el camino de Buda, estando a un paso del nirvana, pero que sin embargo, decide permanecer en este mundo aún con el sufrimiento que implica, con la misión de ayudar a los demás que se encuentran sufriendo. 
La no violencia es prioritaria en la acción budista, más el cultivo de la moralidad, cabe recordar los cinco preceptos que guían a los seguidores del dharma y las virtudes que a través de ellas se cultivan, las que pueden cimentar una auténtica revolución y convivencia social armónica. 

1. No dañar a otros seres vivos / protegerlos a todos. 
2. No apropiarse de lo ajeno / cultivar un corazón, mente y actos generosos. 
3. No tener una mala conducta sexual / no dañar en la vida sensual y sexual. 
4. No dañar con las palabras ni mentir / hablar agradablemente y con la verdad. 
5. No consumir alcohol y drogas / mantener la mente clara sin ser indolente. 

¿Pero cómo seguir estos principios en la sociedad moderna? ¿Cómo aplicarlos a un proceso revolucionario interior y exterior? 
Sin ser budistas, estas son preguntas igualmente necesarias que pueden encaminar a una reflexión muy fecunda a la hora de orientar nuestras acciones ante un proceso de cambio personal y social.

Actualmente existe una rama del budismo que aclara concienzudamente su posición respecto de la sociedad y los problemas del mundo contingente, el llamado “budismo comprometido”, que tal como lo dice su nombre asume una posición decididamente del lado del conjunto de la sociedad que es víctima del sufrimiento, ahí su compromiso. Se aleja así de las tendencias del New Age que implican la espiritualidad con una búsqueda exclusivamente individual, declara que la liberación solamente se consigue liberando a los demás, asumiendo así su compromiso con respecto al resto del mundo contrapuesto a la idea de renuncia, que implica una búsqueda espiritual que no incide directamente en el destino de los demás seres. Puedes revisar en los links más de la historia del budismo comprometido y sus preceptos.

Para finalizar, cabe mencionar que Buda al crear su movimiento y fundar la primera comunidad budista, genera una vía que se opone al sistema de castas, se desprende de la dependencia respecto de los dioses, da a los individuos la oportunidad de escoger su propio modo de liberación e invita al apoyo mutuo (cuestión que reconoce hasta Piotr Kropotkin, pensador del anarquismo). Todas esas acciones tienen un inequívoco sentido revolucionario tanto en lo temporal como en lo trascendente.

“El sufrimiento que, sin duda, con frecuencia podía ser espantoso en la época de Buda, era, no obstante, más sencillo de comprender. La interdependencia entre los fenómenos se ha convertido en algo muy complejo… Si no adaptamos la sabiduría budista a la comprensión de la realidad social y a la búsqueda de una respuesta a las preguntas que ésta pone, entonces el budismo corre el peligro de ser sólo una especie de escapatoria a los problemas de este mundo, para uso de las clases medias." Sulak Sivaraksa


*Fotografía: El monje Thich Quang Duc momentos antes de su sacrificio el 11 de junio de 1963.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (28 de septiembre de 2020). Budismo y acción social. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/09/budismo-y-accion-social.html

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