Budismo Tibetano

Antes del budismo, la creencia dominante en el Tíbet era el Bon, una religión chamánica y animista, donde sus mayores representantes, los bon-pos, eran reconocidos curanderos, magos y especialistas en técnicas de trance. La implantación del budismo en aquellas tierras fue un proceso largo y complejo, dada la férrea resistencia de parte de ciertos nobles, los religiosos y algunos gobernantes. El budismo estuvo presente en el Tíbet desde épocas remotas, aunque de manera marginal, mucho antes de cobrar una real importancia, sin embargo, se atribuye a Padmasambhava su introducción en el siglo VIII, ya que él fue su mayor divulgador, sintetizando las principales doctrinas incorporando los elementos centrales del tantra al budismo con expresiones mágico-religiosas a las que estaban más acostumbrados las gentes del Tíbet, además funda la escuela Nyingma y una de las más reconocidas obras que se atribuyen a Padmasambhava es el Bardo Thodol, libro tibetano de los muertos. 

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de este y otro maestros, el budismo sufrió terribles persecuciones, tras una larga seguidilla de asesinatos de gobernantes que apoyaban a la nueva o a la antigua religión. Luego de varias décadas de guerra civil, Recién en el siglo X comienza una nueva etapa de difusión del budismo en el Tíbet, auspiciada por una nueva generación de gobernantes, se forman nuevas escuelas de budismo. La historia del Tíbet no deja de ser compleja, con posterioridad esta nación es invadida por los mongoles, sin embargo, el budismo tibetano se torna influyente y a pesar de estar bajo el control mongol, consiguen autonomía política y religiosa. Aproximándonos al presente, el Tíbet como territorio se encuentra repartido entre distintos países, siendo estos China, India, Bután y Nepal. El conflicto territorial más conocido es con China, el que mantiene en el exilio a unas 150.000 personas, el más reconocido es Tenzin Gyatzo (el Dalai Lama XIV). 

Luego de este preámbulo histórico, es preciso reconocer un par de elementos característicos del budismo tibetano, estos son el uso del mandala y el yidam como medios para la liberación. 

El mándala es uno de los elementos más característicos del budismo tibetano, son representaciones simbólicas de las fuerzas internas, un mapa que lleva hasta el vacío. Los hay de diversidad de materiales, formas y tamaños, pero todos se orientan hacia un mismo propósito, ser la carta de navegación para que las personas se encuentren con la esencia del vacío mediante su elaboración o simple visualización meditativa. Ahí, es posible encontrarse con representaciones de Buda, con deidades de distinto tipo, fuerzas cósmicas entre otras cosas, se pueden combinar ahí imágenes apacibles o aterradoras, todas de gran colorido. El mándala es un instrumento que cobra vida a través de la mente de quién lo visualiza. A pesar de ser impactantes obras artísticas, su propósito los lleva a ser algo más que meros objetos de admiración, ya que ahí se encuentran el principio y el fin, el Samsara y el Nirvana. Estos objetos presentan una completa vía que parte desde la periferia al centro como un camino a la superación de lo ilusorio. Un completo recorrido por el significado de las fases del mándala las puedes encontrar en el libro Estética primordial y arte visionario de Elías Capriles.


El yidam es un ser completamente autorrealizado, considerado como una deidad, su visualización se realiza con el objetivo de cultivar alguna característica específica que se relaciona con la representación simbólica de esta deidad. Se reconocen generalmente tres tipos de yidan, airados, heroicos y pacíficos, además, los hay masculinos y femeninos, suelen aparecer en pareja representando el acto sexual. Los yidam pacíficos propician emociones de ese mismo tipo, pacifican la mente y despiertan la compasión, el amor, entre otras cosas. Por su parte, los yidam heróicos transforman la energía del deseo y el apego. Finalmente, el yidan airado ayuda a trabajar las aflicciones y aversiones, como el rechazo, la rabia y el miedo. 
El yidam funciona como espejo de la propia mente, su visualización requiere enfocarse en cada detalle y visualizarlo de forma tan vívida que el yidam se vuelva real. Normalmente es el guía o maestro el que entrega un yidam específico a su aprendiz, su visualización puede ser encargada para practicarse durante algún retiro en específico o bien encomendado como una práctica de por vida, si bien los yidam representan cualidades particulares, el objetivo final que se persigue es que estos sean un guía para la liberación. Una descripción más detallada del yidam puedes verla en este video del Canal Despertar.

Escrito a partir de: 
Budismo zen y budismo tibetano. Ramiro Calle 
Diccionario de orientalismo. Ramiro Calle 
Estética primordial y arte visionario. Elías Capriles.
Padmasambhava y el budismo tibetano. Fernando Mora 

* Imagen: Representación de Vajrakilaya, deidad iracunda.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (2 de septiembre de 2020). Budismo Tibetano. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/09/budismo-tibetano.html

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