Notas en torno a la Teología de la Liberación


La iglesia y la teología a lo largo de la historia no han tenido una posición única respecto de las distintas formas en que se expresa la opresión en el mundo, validando por ejemplo los actos crueles que se dieron durante la inquisición y cuestionando incluso cosas tan básicas para el ser humano actual como la libertad de consciencia. Pero también, desde la otra vereda y bajo el mismo alero de la fe católica hay discursos que se pueden enmarcar perfectamente dentro del marco de la defensa de los Derechos Humanos, como por ejemplo las denuncias por parte del fray Bartolomé de las Casas para la protección de los indígenas latinoamericanos en el tiempo de colonización española o el trabajo incansable que les costó incluso la vida a los llamados curas rojos durante la dictadura de Pinochet en Chile.

Pierre Dubois, sacerdote francés que defendió a los pobladores
de La Victoria durante la dictadura de Pinochet. 

Sin embargo, mientras algunos curas y obispos bendicen las armas y justifican la represión, otros como Ignacio Ellacuría, eminente forjador de la Teología de la Liberación, nos conduce a afirmar que la tarea de la teología es situarse críticamente y hacer una revisión exhaustiva de aquello que la liga a estructuras económicas que sirven a la dominación y replantear cómo debe concebirse la fe y la praxis cristiana en un tiempo histórico determinado. En términos más simples, ver del lado de quién está la iglesia, desde dónde mira a la realidad y cuál es el llamado a la acción sobre el mundo, Ellacuría (1980) dirá: “tanto fe como justicia son formas de praxis y así han de verse, si es que buscamos resolver realmente el problema que plantean” (p.15). Dentro de su concepción, la fe y justicia están íntimamente ligadas (en tanto se hable dentro de la perspectiva de la creencia religiosa), problematiza en torno a las ideas de una fe sin justicia y una justicia sin fe para los cristianos, a lo que podemos adelantar como conclusión a este asunto son sus palabras con las que nos recuerda que “si la justicia no tiene un rango sobresaliente, sencillamente no se está hablando de Dios, ni del Reino de Dios, sino de ídolos religiosos” (Ellacuría, 1980, p.33) .

En contraste, la oficialidad eclesiástica no necesariamente aboga por la justicia, no protege los intereses del que sufre, no ve desde los ojos del pobre y no llama a actuar siguiendo una fe comprometida con restituir el reino de Dios para quien se encuentra desamparado, en palabras del propio Ellacuría: “La oposición de la teología latinoamericana a la teología usual es fundamentalmente por la ahistoricidad de esta última y por su inefectividad para contribuir a la acción salvífica, históricamente considerada” (Rosillo, 2010, p.44). La teología de la liberación reclama la praxis antes que la elaboración intelectual del discurso religioso y teológico o del encierro contemplativo y pasivo en los templos. Será construida desde los pobres, “no se trata de una teología paternalista, sino de una teología puesta en movimiento desde el pobre como interlocutor y sujeto histórico” (Rosillo, 1980, p.46). 

Un "cura" "bendiciendo" soldados con sus armas.
Las bienaventuranzas nos hablarán de los pobres de espíritu, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los perseguidos... Pero eso no se quedará en el papel simplemente como una reflexión y consuelo para la espera del Reino de Dios, sino que debe ser traído al mundo, Alejandro Rosillo, nos aclara que aquello no debe confundirse en un proyecto político o económico en particular, pero se puede afirmar que la construcción de una praxis histórica desde el punto de vista del oprimido es la forma particular en la que la teología de la liberación construye el reino de Dios en el mundo.

Ignacio Ellacuría aboga por el pueblo crucificado, que lo ha sido colectivamente, su reflexión no pasa por alto que la crucifixión es algo individual, pero en su aspecto colectivo delata una condición estructural que afecta a todos y en particular a los más postergados de manera masiva. Será nuevamente y tal como a Jesús, el pecado que los lleva a la cruz, un pecado social que se comete desde las estructuras económicas y políticas por parte de los individuos que se han apropiado de esos poderes. 

Para Ellacuría, la liberación será colectiva, será del “Pueblo de Dios”, que no es definido en principio como la comunidad de creyentes, sino que será para el pueblo empobrecido por la opresión. Cabe recordar en este momento que ha sido el mismo cristianismo el promotor de la individualización extrema, no solamente en lo que atañe a la salvación y la fe, también Max Weber nos dejará en claro que es la ética protestante la que alimentó el espíritu del capitalismo, sistema que hoy nos tiene atrapados entre la explotación del individuo y el hedonismo consumista. Regresando a la constitución de este “Pueblo de Dios”, Rosillo, cita cuatro aspectos que para Ellacuría lo caracterizan:

“(a) La opción preferencial por los pobres; (b) la encarnación histórica en las luchas del pueblo por la justicia y la liberación; (c) la introducción de la levadura cristiana en las luchas por la justicia; y (d) la persecución por causa del reino de Dios en la lucha por la justicia”. (Rosillo, 2010, p.54)

Antes que esto se vuelva un discurso exento de la praxis necesaria, hay que recordar que Jesús en sus acciones tuvo un desenvolvimiento políticamente comprometido a favor de los pobres y los oprimidos, a la vez que fue profundamente crítico con aquellos que se pueden contar entre los opresores, los que disfrutan mientras otros sufren como en Lc 6,24-26, los ricos, los que están satisfechos, los que ríen... Para él, Herodes era un zorro (Lc13, 31-32) y los gobernantes, falsos amigos del pueblo (Lc 22,25). Ellacuría considera que el ministerio de Jesús en la tierra fue la predicación que conduce a la instauración de un reino de Dios concreto donde al oprimido le es devuelta su dignidad, un reino revolucionario donde el pobre es sujeto de derecho, escogido por Dios. Si bien hablar de que Jesús defendía los derechos humanos en su propia época resultaría falaz, pues el concepto estaba aún lejos de existir, para nuestro tiempo presente, es posible afirmar que su mensaje nos llama a proteger dichos derechos, estableciendo un paralelo entre aquellos que son los defendidos en los evangelios por su protagonista, “los derechos humanos se comprenden como herramientas jurídicas para salvaguardar la vida, el trabajo, la libertad, la igualdad y la cultura de los oprimidos” (Rosillo, 2010, p.68).

Ellacuría considera a los oprimidos en sí el sacramento de Cristo, volvemos sobre la idea de la contemplación, pues “son ellos el lugar donde debe darse la contemplación, pero no tomándoles como objeto de la misma sino como realidad que se apodera de uno mismo y le obliga a compartir su marcha histórica y sus problemas personales” (Ellacuría, 1980, p.73). A partir de esa experiencia transformadora sería posible actuar cristianamente para acompañar en su propia liberación al que sufre por el pecado eminentemente estructural.

En síntesis, la Teología de la Liberación y particularmente teólogos como Ignacio Ellacuría ponen el énfasis de la reflexión teológica y la práctica religiosa en la defensa de quienes sufren la opresión, no desde una perspectiva paternalista, sino como agentes que promuevan que las propias personas empoderadas luchen contra el pecado estructural. Igualmente relevante es el llamado de atención que se hace hacia aquellos creyentes, especialmente a los que ocupan la posición de sacerdotes, que olvidan que la fe y la justicia están en una relación indisoluble, más aún, no es pertinente hablar del Reino de Dios, si el discurso no tienen un sustento real con prácticas que lleven a instaurar dicho reino en el mundo. Definitivamente no basta con rezar.


Estas notas y reflexiones nacen a partir de la lectura de:

Ellacuría, Ignacio. Zenteno, Arnaldo y Arroyo, Alberto. (1980). Fe, justicia y opción por los oprimidos. Tercer mundo/Tercera Iglesia. Desclée de Brouwer. 

Rosillo Martínez, Alejandro. (2010). Los derechos humanos en la teología de Ignacio Ellacuría. Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México: Revista Latinoamericana de Teología.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (28 de febrero de 2020). Notas en torno a la Teología de la Liberación. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2020/02/notas-en-torno-la-teologia-de-la.html

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Comentarios

  1. Moises el vidente del Sinaí fue líder en la liberación de su pueblo de la esclavitud Egipcia.

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