¿Dónde es ese lugar?
“Volens te attingere unde attingi potes, et inhaerere tibi unde inhaerere tibi potest”
“Quiero tocarte por donde es posible tocarte y quiero unirme a ti por donde es posible unirse a ti.”
Confesiones, San Agustín*
¿Dónde es ese lugar?
“Quiero tocarte por donde es posible tocarte y quiero unirme a ti por donde es posible unirse a ti.”
Confesiones, San Agustín*
¿Dónde es ese lugar?
La mística está estrechamente unida con una sutil sensualidad, siendo casi la única percepción a través de la cual convertir tal impacto emotivo en una expresión del lenguaje comprensible para quienes no hemos vivido tal experiencia. Pero no hay que confundir nunca esas expresiones de los sentidos, de la piel, la vista, el oído, el gusto e incluso el olfato con la simpleza de lo que nuestros órganos nos transmiten cotidianamente.
Pero la frase en cuestión no expresa un deseo a cumplir o un anhelo, sino al contrario, expresa una firme voluntad de alcanzar esa máxima cercanía con lo divino y la búsqueda final por estar en contacto con lo sacro en primer lugar, pero más importante todavía, es pretender la unión final con aquello.
¿Es acaso esta una idea que está inscrita en el alma de todos los seres? Puede ser, es posible que en determinado momento podamos despertar a esa idea o que sea desarrollada por medio de un crítico momento de desesperanza, de cuestionamientos por el sentido último de todo lo que nos sucede.
“Quiero tocarte”, es posible, se despliega la magnificencia de aquello que contiene todo lo que es posible, pero sigue siendo parte de lo “otro”, una entidad absoluta que es distinta a mí o a ti. Seguramente esto es lo más cercano de lo que se le puede llegar con el poder de la mente. El saber al respecto puede ser forjado por medio de entramados teológicos e intelectuales, por medio de una práctica espiritual, cualquier meditación puede revelar al encuentro de una realidad superior, también puede descubrirse por medio de la certeza de la fe. Tan solo un paso adelante nos encontramos ya con que “es posible tocarte”. El “Dios” que no existe es ese dios lejano y ausente, el verdadero es aquel que inspira a los seres a ser copartícipes de su obra, que esto no se malentienda como los que mantienen las burdas estructuras clericales, me refiero concretamente a los que logran perpetuar la bondad en este mundo que pareciera ir directo al desastre, la divinidad está más presente en el ateo que procura un acto misericordioso que en aquel que tras un disfraz de santo induce el miedo a una condena eterna. Cosa curiosa... miles van en busca de ese encuentro, pero en realidad no es uno el que llega hasta el lugar, es la misma esencia de lo sagrado la que nos escoge incluso como aparente casualidad.
“Quiero unirme a ti”... La mía puede ser una interpretación algo heterodoxa, pero sin duda creo que más allá de toda iluminación, la unión no se hace completa sino hasta que las acciones propias están en concordancia con el amor puro que emana la divinidad, como seres sintientes y pensantes, ser iguales en el amor es actuar sin el apego por el resultado de nuestros actos y sin buscar en ellos el obtener una posición ventajosa o prestigio, tampoco se trata de buscarse motivos para martirizarse en vano, porque el amor de la divinidad es absoluto, pero a la vez perfectamente equilibrado (es nuestro espacio para el libre albedrío y todas sus consecuencias). “Es posible unirse a ti”, pero quien lo logre auténticamente siendo libre de toda pretensión haga lo que en este mundo hace tanta falta.
*Extraído de Heidegger, M. (1997), Estudios sobre mística medieval. México, México: FCE
Para citar este artículo por favor usar:
Cárdenas, L. (5 de marzo de 2019). ¿Dónde es ese lugar?. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2019/03/donde-es-ese-lugar.html
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