Introducción a los Yogasutra

Cualquier texto que trate sobre el yoga acostumbra a iniciar por su más simple definición, la palabra como tal proveniente de la raíz sánscrita yug, que suele ser identificada en nuestra lengua con los significados de “mantener agarrado”, “enganchar” o “poner bajo el yugo”, también traducido directamente como “unir”. Sin embargo, la esencia de este concepto, como muchos otros en el ámbito de la espiritualidad ha sido lamentablemente pervertido y falseado, aplicándose a ámbitos que no necesariamente tienen estrecha relación con su finalidad, seguramente, para muchas personas al escuchar la palabra yoga lo primero que se le viene a la mente es la imagen de alguien practicando alguna postura o sentado en posición del loto, pero esa es simplemente una parte muy pequeña de lo que en realidad abarca. Por otro lado, alguien que quizá tenga algún conocimiento al oír la palabra yoga pueda pensar en una multiplicidad de prácticas que en realidad no son auténticamente elementos que corresponden al yoga... incluso el marketing ha llegado a inventar cosas como el “beer yoga” (el yoga de la cerveza), el “acroyoga” (adaptación de la técnica acrobática conocida como “mano a mano”), el “yoga solar” (dedicarse a mirar directamente al sol) y también otra serie de prácticas que tan solo por ocupar como sufijo “yoga” en las que habría que tener una razonable sospecha, sobre todo si se imponen repentinamente como una moda y se plantean más como una práctica deportiva, recreativa o competitiva, pues para más de alguno quizá resulte sorprendente enterarse que hay campeonatos de yoga donde se hace gala del posturéo y el exhibicionismo, como si hacer yoga se tratase de compararse unos a otros en la “perfección técnica” de algunos movimientos externos que no dicen nada del verdadero desarrollo espiritual. Sin duda alguna no está mal que quien quiera tomarlo como una mera práctica gimnástica para tener un cuerpo fuerte, una vía de escape para el estrés o simplemente para llenar sus redes sociales sacándose fotos haciendo algunas asanas pueda hacerlo, el problema es que crean y hagan creer a los demás que esencialmente eso es el yoga, siendo que poco o nada tiene que ver con eso. Realmente un insulto para el auténtico espíritu del yoga que ha sobrevivido a través de las formas más tradicionales como lo son el Karma Yoga, el Bhakti Yoga, el Jñana Yoga y el Raja Yoga, senderos que aspiran al sentido final que es unir al Sí mismo, con la realidad más allá de las apariencias del mundo material, quitando todos los velos de la ignorancia que cubren a nuestro real Ser, alcanzando así la liberación.

Patanyali retratado como encarnación
de la serpiente divina Adi Shesha

El yoga, es sin duda un conocimiento muy antiguo, cuyos orígenes históricos precisos son prácticamente imposibles de rastrear, algunos vestigios arqueológicos sitúan su existencia hace ya unos 5 mil años, por otra parte los hindúes estiman que el yoga en sus distintas formas ha existido desde siempre. El primer tratado específicamente sobre el yoga que se conserva hasta el presente son los Yogasutra de Patañjali que datan del siglo III antes de nuestra era, aunque algunas practicas yóguicas ya se señalan en obras más antiguas como el Ramayana, los Upanishads, el Atharvaveda y el Rigveda, este último texto fue compuesto a partir del XVIII a.C.

Gracias a la obra compilatoria de Patañjali es que se nos ofrece un resumen de la esencia del yoga, este es un texto más bien sencillo, pero a la vez infinitamente complejo donde pone esquemáticamente los pasos a seguir para alcanzar la liberación, que en ningún modo será otorgada por la “gracia” de la divinidad, aún cuando es un sistema teísta, Īśvara (el Dios) tiene un papel menor al menos en el marco del texto, este es un proceso ordenado y sistemático que pretende sustraer al Sí mismo (el Puruṣa) al reencuentro con su verdadera esencia que no es más que el “darse cuenta” de que el mundo material, a pesar de ser real, no condiciona eternamente al espíritu que busca la liberación, en este sentido, va a ser el mismo mundo mediante el dolor que nos hace sentir que impulsará a ese espíritu a despreciar paulatinamente el ciclo de nacimientos y muertes en el que está atrapado. Cabe mencionar, que la filosofía tras los Yogasutra difiere del Vedanta en algunos aspectos clave, uno de ellos es que en el Yoga que describe Patañjali se considera al mundo como una realidad y no como una mera ilusión, lo que es ilusorio, es la creencia que el destino del Sí mismo está definido a perpetuidad por la materia, siendo este mundo mantenido gracias a la ignorancia de su verdadero estado transitorio que no es capaz de ser reconocido por quienes no están conectados con el Purusa. Cabe recalcar que este “darse cuenta” no es una operación meramente intelectual, usted o yo podemos “saber” que el dolor, la felicidad, la angustia e incluso la muerte son efectos del proceso cósmico material en el que habitamos, sin embargo, lograr la libertad de todo aquello implica anular todas las fuerzas que limitan a nuestra esencia, eso es lo que este texto nos viene a señalar, el camino para lograrlo.

Los Yogasutra nos explican que nuestro gran enemigo es “la ignorancia”, que nos hace “Ignorancia es tomar como eterno lo que no lo es, como puro lo que es impuro, como placer lo que es doloroso y como el Ser lo que es el no Ser” (Yogasutra II.5), en adelante, solo nos podemos encontrar con el sufrimiento. El papel de este texto es hacer de guía para quien busque la liberación, marcar una pauta para romper la vinculación con la cotidianeidad profana e ingresar al mundo de lo sacro, el Yogui se convierte así en un sujeto diferenciado del humano común que sigue alejado de la aspiración primaria del espíritu por alcanzar su posición de Puruṣa, es por eso que va a desarrollar una serie de etapas que lo llevarán a alcanzar la meta suprema, las llamadas ramas del yoga, que van desde la práctica de una ética que se basa primero en ciertas abstenciones con cuestiones tan simples como no dañar a otros seres y procurar no mentir o no robar, luego una serie de observancias de carácter práctico que ya lo separan totalmente de la burda vida ordinaria como la limpieza ritual, el estudio y la recitación de las escrituras sagradas. Luego pasamos a las asanas, las posturas que en principio tienen la única misión de hacer que el cuerpo y la mente estén preparado para resistir firme y relajados los periodos de meditación sin distraer al Yogui con su funcionamiento, del mismo modo, el control de la respiración y de los sentidos. Finalmente la Concentración, la Meditación y el Samādhi (Completa absorción o éntasis en el objeto de la Meditación) con la culminación con la que se puede dilucidar la verdadera naturaleza del mundo, Saṁyamā (literalmente “ir juntos” o “vehiculo”) es el nombre que recibe la combinación de estos tres últimos procesos mediante los cuales se puede obtener la liberación. Sin embargo, este no es un proceso simple, conlleva sus riesgos, pues cada vez que el Yogui obtiene un avance en su práctica, esta le revelará los grandes poderes que puede ir obteniendo, una gran tentación ya que puede caer en ella, prefiriendo quedarse con los poderes y aprovecharse de ellos para ser considerados como una divinidad sobre este mundo, esto lo deja bien claro Patañjali en III.38 “Estos (poderes sobrenaturales) son obstáculos para el Samādhi, pero son poderes en el estado mundano”. Lo mejor para alcanzar la liberación es renunciar a todo ello, de lo contrario, el Yogui, aunque en una posición espiritualmente elevada, seguiría atrapado en el ciclo del nacimiento y muerte, siendo una víctima más del tiempo.

Estatua de Patañyali, retratado como un sabio de mediana edad

Sobre la traducción
La siguiente es una traducción libre en más de un sentido, ya que no solamente se trata de una interpretación que no pretende seguir estrictamente la forma literal del sánscrito, sino, más bien es un ejercicio de comprensión que busca a la vez entregar un producto fiel al espíritu del original, pero además es un paso más en la búsqueda espiritual personal, este ha sido un trabajo que ha durado largos meses de lecturas y meditación, ya que tomar un texto tan antiguo y relevante en su ámbito para realizar una reinterpretación no es una tarea fácil. Para llegar al producto final se ha realizado la lectura simultánea en el sánscrito y diversas traducciones e interpretaciones de especialistas idóneos entre ellos Swami Hariharananda Aranya, Iqbal Kishen Taimni, Barbara Stoller Miller, Swami Sarchidananda, Swami Prabhavananda y Swami Vivekananda. Siendo el primero en quien se ha basado principalmente esta interpretación.

El segundo sentido para expresar que ésta es una interpretación libre, se debe a que no sirve a ningún otro interés que satisfacer el profundo deseo de difundir este texto, sin la pretensión de obtener prestigio o seguidores para alguna organización religiosa-espiritual.

El tercer sentido de su libertad, es que a pesar de necesariamente ser vendida para su reproducción y distribución en papel, este texto estará disponible bajo una licencia de Creative Commons que permite compartirla, reproducirla, crear obras derivadas y reproducirla siempre que se cite a su autor y no sea empleada con fines comerciales.

Sin más preámbulos, antes de dejar en plena libertad al lector de hacer suya esta interpretación quisiera mencionar las palabras de Sohravardi, sabio persa sufí que decía "Lee el Corán como si hubiera sido escrito para ti solo", que es la actitud necesaria al ponerse frente a toda clase de texto sobre el cual se quiera encontrar una profunda vinculación espiritual. El hecho de adentrarse en la lectura considerando como si aquel fuese un mensaje que ha sido escrito para quien desea vincularse con él.


Para solicitar la traducción, escribir a librosfaqir@gmail.com haremos llegar un ejemplar en formato pdf a la brevedad.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (26 de septiembre de 2018). Introducción a los Yogasutra. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2018/09/introduccion-los-yogasutra.html

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