El arte como hermandad entre los pueblos

El día 9 de agosto recién pasado recibimos la visita en Chile de un personaje ciertamente curioso que es a la vez de nacionalidad argentina, israelí, española y palestina, el director de orquesta y pianista Daniel Barenboim en esta oportunidad presentó obras de Richard Strauss y Piort I. Tchaikovski, pero lo que él hace con la música, es decir, dirigir la ejecución armónica de estas piezas musicales lo podría hacer cualquier buen director, la distinción y valor de Barenboim en particular es el método de hacerlo y mediante ello expresar una idea política clara que apunta a la posibilidad de una hermandad real de los pueblos por medio de la música como espacio de convivencia, su West-Eastern Divan Orchestra, la que él mismo califica como una “orquesta de enemigos” donde conviven israelíes, palestinos, sirios entre otras nacionalidades, los que por sus circunstancias históricas se han visto cruelmente enfrentados, pero comparten entre ellos un objetivo común que es la música. Esta orquesta ya tiene 18 años reuniendo a jóvenes de estas distintas nacionalidades provocando un espacio de convivencia y diálogo entre ellos. Su actividad no está exenta de tensiones, sobre todo con el constante conflicto entre Israel y Palestina a cuestas, pero el trabajo de la orquesta obliga a estos enemigos a trabajar para la persecución de objetivos que van más allá de la música, intentando romper o al menos resquebrajar la ceguera ideológica de los ejecutantes y sus familias.


Daniel Barenboim y Edward Said

La propuesta de Borenboim es convertir a largo plazo su trabajo en un factor de cambio, pues entiende que los conflictos son de los pueblos y no se resuelven por medio de la política o las armas, sino solamente con el diálogo entre los miembros de la sociedad.

Sin duda este es un ejemplo a tomar en cuenta, una historia real y que por todo lo que parece ser es efectiva en su metodología al menos en el ámbito musical, luego se verá si es posible encontrar la paz, pero yo sin dudar lo creo posible.

Ahora bien, ¿Cuánto arte nos falta en el mundo? O mejor de otra manera ¿Qué conflictos entre pueblos son básicamente un problema de mutua comprensión? No se puede negar que hay conflictos que pasan por decisiones políticas y geoestratégicas que su única causa son las ambiciones comerciales de las potencias mundiales, entre ellas Estados Unidos contra Venezuela, Cuba, algunos países musulmanes, Corea del Norte... Pero cuando son conflictos que en su génesis o desarrollo a largo plazo enfrentan directamente a grupos sociales que se ven conviviendo en territorios comunes pueden resolverse o atenuarse mediante el trabajo conjunto a través del arte enfocado a objetivos comunes.
La West Eastern Divan Orchestra

Transportémoslo a la realidad chilena, y nuestros conflictos emergentes. Resulta que para muchas personas existe cierta sensación de invasión respecto de los inmigrantes no-blancos, en particular de los haitianos, cosa que resulta ridícula al contrastarla con ciertos datos como los de la “international Migration Outlook 2017” de la OCDE que entre otros ámbitos compara el porcentaje de inmigrantes respecto población total, que en Chile alcanza apenas el 2,7%, mientras que el promedio de la OCDE es de 13%. Otros miedos infundados se basan en la idea de que nos quitarán los beneficios sociales, trabajo, traen delincuencia y enfermedades. Todo eso fácilmente rebatible... sin embargo, esta suma de concepciones negativas tienen un efecto concreto en la relación de algunos que incluso han atacado sin siquiera provocación a inmigrantes por el solo hecho de serlo. Un caso emblemático ocurrió en mayo de este año, cuando un trabajador chileno del Terminal Pesquero de Lo Espejo apuñaló por la espalda a un compañero de labores haitiano, sin duda este es un caso extremo, de cómo una sociedad vuelca sobre otro grupo de individuos sus prejuicios y sus miedos, pero que con el arte se podría combatir.

Las mujeres de la población Manos del Desierto
Mi propuesta es la siguiente. A diferencia de una orquesta, nuestro grupo de aplicación no serán personas con una especialidad artística, se buscará otra forma de arte que se pueda desempeñar como una actividad colectiva, tal vez, la creación de murales con la técnica del mosaico. El lugar donde realizaríamos esta intervención sería en barrios donde exista una densidad demográfica de inmigrantes significativa, la actividad intencionadamente busca el trabajo colaborativo desde el diseño del mural hasta el montaje final. La realización de proyectos de este tipo permitirá el encuentro entre las distintas realidades de los ejecutantes, como a su vez visibilizar las problemáticas comunes que existen a nivel humano que para casi todos son iguales. Sin olvidar que dejarán también un patrimonio tangible que perdurará en el tiempo y dará testimonio de que es posible superar las barreras de la mutua ignorancia para crear un producto colectivo.

Respecto de la técnica del mosaico en particular, esta ha sido empleada en Chile como forma de fortalecer el tejido social y reunir a los vecinos en diversas poblaciones a lo largo de Chile, ejemplo de esto es la población Rio de la Mano en Punta Arenas, o el mural realizado íntegramente por mujeres en la población Manos del Desierto en Antofagasta*.

Lamentablemente esto no pasa de ser iniciativas locales, pero podría ser empleada como política de Estado para alcanzar los fines que he propuesto anteriormente, lo que permitiría hacerse cargo de una problemática social importante mediante el arte como hermandad entre los pueblos. Cuestión que es posible y queda más que demostrada si consideramos el trabajo de Daniel Barenboim.

Mural "Diabluras" de la población Salar del Carmen.


*La comuna de Antofagasta se ha convertido en la excepción, llevando a cabo programas constantes de formación artística en ésta área desde el 2012 que van en un doble eje, por una parte la formación artística y la capacitación en el oficio del muralismo en mosaico, por la otra, la integración de los vecinos en sus distintos barrios y el trabajo comunitario que fortalece el tejido social. Definitivamente, tampoco hay que olvidar que sus obras dejan un legado perdurable que dota de identidad particular a los entornos que son intervenidos.


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (7 de septiembre de 2017). El arte como hermandad entre los pueblos. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2017/09/el-arte-como-hermandad-entre-los-pueblos.html

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