Reseña libre... El Corán

Diferentes ediciones y traducciones de El Corán.
Como pocos, este es un libro al que todo lector que decide poner en marcha el correr de las páginas de esta obra viene con una serie de ideas preconcebidas, ya que es imposible sustraer este libro del contexto mediático del cual se encuentra inserto. No es desconocido para nadie el aparato propagandístico que existe en los medios de comunicación acerca del islam, por esto, muchas personas sienten un cierto rechazo siquiera a la idea de ver un ejemplar del Corán. Como vendedor de libros de distintos credos, me he encontrado con gente que al ver el Corán publicado en nuestras redes sociales nos envían mensajes con insultos y vacían en nuestros medios de contacto todos sus prejuicios y altanería, sin saber realmente de qué se trata el libro o qué hacen los musulmanes... otros se acercan con curiosidad y sincero afán de conocimiento (cosa que todos deberíamos compartir), para ellos les dedico éstas líneas.


El Corán, como texto (hablado) aparece en este mundo por medio del Ángel Gabriel (Yibril, en árabe), quien revela lo que los musulmanes creen es la palabra literal de Dios (Allah, en árabe) al profeta Muhammad, él viene a ser la culminación de una serie de profetas y mensajeros que han recibido sucesivamente la revelación divina desde el comienzo de los tiempos con Adán, hasta este último que es el sello de la profecía, pasando por personajes tan importantes como Noé, Abraham, Moisés, David, Salomón e incluso Jesús, considerado como un profeta y no como una figura divina según el islam... Como complemento a la revelación del Corán, se acepta el Hadiz (Dichos del profeta Muhammad) como insumo a la exégesis coránica, respecto a los hadices se menciona que el número de los profetas es 124 mil o 224 mil, pero más allá de las discusiones acerca del total de personas que han venido con el mensaje de Dios, la importancia radical de esto es que “...no ha habido ninguna comunidad por la que no haya pasado un advertidor” (Corán 35.24). Lo que inmediatamente nos lleva a una simple conclusión, tal como ha habido revelaciones para todas las comunidades, esta revelación nueva es también para todos.

El Corán no fue revelado en un solo día, fue más bien un proceso de larga duración, ya que durante 23 años Muhammad recibió el texto (entre los años 610 y 632 de la era común) que en un principio fue traspasado oralmente y convertido en libro con posterioridad a la muerte del profeta. Esta misma longitud temporal en la que es revelado da como resultado que la narración del texto obedece a marcos contextuales específicos, donde cada “sura” (capítulo) puede ubicarse de forma más o menos precisa a un momento de la vida de Muhammad y la naciente comunidad islámica. Lo que ayuda bastante a la hora de dedicarse a los estudios sobre el islam, pero ese no es necesariamente el caso de todos los lectores.

El Corán y su traducción paralelas.

Ahora bien, a la muerte del profeta (632) aun falta incluso para que se pase desde la oralidad del Corán (que suele traducirse como “la recitación”) a convertirse en un texto escrito, según las investigaciones históricas, no es posible establecer fehacientemente que existiera un texto “canónico” hasta el califato de Osman (644-656) a partir de ese momento se fija el orden y la cantidad de suras que contiene el Corán. Respecto al periodo que pasa entre la muerte de Muhammad y el establecimiento del texto, tanto la historia como la tradición coinciden en que se llevó a cabo una recopilación y certificación de multitud de fragmentos tanto a partir de la memoria de los compañeros del profeta, pero también de los fragmentos escritos que estos mismos primeros creyentes fueron compilando.

Con posterioridad, el único ajuste que se ha hecho al texto fue realizada gracias al rey Fu’ad de Egipto, quien ordenó a los expertos agregar los signos vocálicos al texto árabe ya que la edición del califa Osman tenía una escritura consonántica, la adición de vocales ayuda a evitar ambigüedades y errores de interpretación, lo que no quiere decir que el Corán tenga una interpretación necesariamente relativa, sino que el uso preferente de se le daba al texto escrito era nemotécnico y la integridad de este radicaba en su oralidad y su forma de recitación (de las que hay siete formas aceptadas) las que contienen pequeñas variantes que no alteran la contundencia del texto global.

Pero ya teniendo nosotros el Corán que ha llegado a nuestras manos, que seguramente no es el Corán en el sentido estricto, pues el autentico es lo escrito y lo recitado en su lengua de origen (el árabe por supuesto), vemos un texto traducido y desconcertante en muchos aspectos e incluso contradictorio (solo en apariencia), sobre todo para una persona que se acerca por primera vez a este diálogo de Allah con Muhammad por medio del ángel Gabriel a través de un libro.

El Corán página por página.

Lo primero que debemos saber es que nos toparemos con un libro único en su estilo, lejos de lo que cabría esperar, los capítulos del Corán no están organizados cronológicamente en ningún sentido, ya sea por el orden de revelación o en relación al relato que se cuenta... es decir, la primera sura no es la primera que fue entregada al profeta (la tradición afirma que es la sura 96), ni tampoco el libro sigue una estructura de introducción – desarrollo – conclusión. No nos da una narración secuencial desde el origen de los tiempos hasta el día en que las almas serán dispensadas a su morada eterna. El texto está ordenado simplemente desde los capítulos más largos a los más cortos (a excepción de la sura 1: al-Fatiha, la que abre el libro y es corta). La razón de este orden puede resultar insatisfactoria para muchos, pero esto se basa en la creencia de que ese fue el orden en que Muhammad recitó por última vez el Corán antes de su muerte, por eso se adoptó ese mismo orden para la composición del texto. Esto resulta particularmente atractivo en el sentido literario, ya que al leerlo tiene el ritmo del fluir de la conciencia, convirtiéndose en un paseo onírico donde viajamos desde fragmentos eminentemente históricos a otros con un gran sentido espiritual entrecruzados con disposiciones normativas y explicaciones contextuales de las experiencias de la comunidad, pero aun así, logra ser coherente y claro en caso de que mantengamos una lectura atenta.

Es por eso que debemos ser reflexivos a la hora de leer fragmentos sacados de contexto que muchas veces son usados por los detractores del islam para atacar la creencia, pues ignoran estos diversos entramados que esconde el texto.

Es cierto que el Corán tiene pasajes de una marcada violencia (igual que casi cualquier otro texto que se considere sagrado), pero esa violencia se explica por medio del mismo contexto de la escritura, en ese sentido, es bastante célebre la “aleya (verso) de la espada” (9.5), la que dice: 

Y cuando hayan pasado los meses inviolables, matad a los asociadores donde quiera que los halléis. Capturadlos, sitiadlos y tendedle toda clase de emboscadas...

Frecuentemente es citada hasta ese punto, pero continúa:

Pero si se retractan, establecen el salat (oración) y entregan el zakat (caridad), dejad que sigan su camino. Verdaderamente Allah es Perdonador y Compasivo”.

Claramente el primer fragmento aislado sirve para infundir el miedo que mucha gente cultiva hacia el islam, la segunda parte lo atenúa, luego, la sura siguiente aclara aún más el punto, declarando que incluso los “asociadores” puede brindárseles protección si lo piden, y más tarde en la sura 9.7 y siguientes explica todo el contexto de de la “aleya de la espada”. En resumen, entre los llamados asociadores y los creyentes existía un pacto de no agresión durante los meses sagrados, lo que los primeros no cumplieron y es por eso que se revelan esas aleyas para ese contexto en particular. Por un lado se expresa la voluntad de la naciente comunidad musulmana de cumplir con su obligación religiosa, pero también de acoger al “enemigo” que desee cambiarse de bando. Sin duda han corrido ríos de tinta sobre este fragmento en particular, pero queda a cargo del lector interesado continuar navegando por ahí (un adelanto... ni los musulmanes se ponen de acuerdo de la calidad normativa de ese fragmento).

Pero también este “crimen” de las interpretaciones parciales lo comenten aquellos que tratan de resaltar una espiritualidad superficial sin muchas veces conocer a fondo el Corán ni el islam, tergiversando sus significados y intentando afirmar puntos de su propia creencia. Me he encontrado en libros y en varias páginas web que hablan de la reencarnación (particularmente desde el significado que le atribuye el hinduismo) que el Corán la justifica con este fragmento:

“¿Cómo es que no creéis en Allah si estabais muertos y os dio la vida, luego os hará morir y de nuevo os dará la vida y volveréis a Él?” (2.27)

Solamente la traducción.

Esta aleya no tiene nada que ver con la reencarnación ni la transmigración del alma, aunque a un lector desprevenido así le pueda parecer, habla simplemente de que fuimos creados desde la nada (“si estabais muertos y os dio la vida”), luego vivimos nuestra vida tal como todos la viven de una forma orgánica... comer, respirar, amar... si se es musulmán cumpliendo las exigencias de la fe... hasta que finaliza nuestro ciclo en el mundo y en caso de haber sido buen musulmán se retorna con la divinidad, que es más o menos la misma promesa que recae sobre cualquier creyente de cualquier religión. Para comprender esto, hace bien remitirnos a la lectura de la “Sura de hombre” (Sura 76) que en apenas 31 aleyas nos informa de la creación del hombre de la nada, que es traído a la vida a cumplir con su ciclo vital y luego a disfrutar del beneficio del paraíso y la proximidad con Allah. 

Se podría escribir mucho más sobre el Corán y el islam acerca de infinidad de temas, pero antes de todo es necesario acercarse a este libro con una mente abierta, y comprender que aunque el texto diga cosas paradójicas y en apariencia contradictorias, solamente hace falta un pequeño esfuerzo intelectual y algo de sentido común para entender lo fundamental.

Unas últimas recomendaciones antes de la lectura: Primero, que es una obra de extraordinaria belleza estética. Segundo, que es un texto que ha acompañado la historia de la humanidad por 1400 años y que un tercio de la población mundial lo considera sagrado. Tercero, que lo peor que podemos hacer es abordarlo desde la ignorancia. Por último, que ni este, ni ningún otro libro provoca como causa suficiente y excluyente ni que una persona sea un terrorista o un santón.

Las ediciones en la primera foto, de izquierda a derecha

El Corán. Yusef Omar. Ediciones Abraxas.
El noble Corán y su traducción-comentario en lengua española. Abdel Ghani Melara Navio. Complejo del Rey Fahd para la impresión del texto del Corán. (De esta edición se extraen los fragmentos).
El sagrado Corán y su interpretación comentada. Ali Unal. Editorial la Fuente.
El Corán. Julio Cortés. Tahrike Tarsile Qur'an, inc.
El Corán. Joaquin García Bravo. Ediciones Brontes


Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (4 de agosto de 2017). Reseña libre... El Corán. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2017/08/resena-libre-el-coran.html

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