Lazos entre creencias y prácticas religiosas
El Diálogo Interreligioso en occidente es una
realidad más bien reciente, aunque existen antecedentes previos al “Parlamento
mundial de las religiones” de 1893, estos intentos no se podrían entender
exactamente como un diálogo, ya que muchas veces implicaban una superposición
de una creencia sobre otra, al entender a un otro mediante concepciones propias
sin que exista un mutuo entendimiento o viendo la creencia ajena como un estado
poco evolucionado de la creencia propia y verdadera.
Es en este sentido que es valioso recoger las
palabras de Juan José Tamayo cuando expresa además que “El diálogo no debe confundirse
con el indoctrinamiento de los seguidores de otras religiones para que
se conviertan a la propia, nada tiene, por lo tanto, de proselitismo. Obliga,
más bien, a los interlocutores a estudiar la historia y los principios de otras
religiones con el mismo interés que la propia”[i]. Es decir,
con un profundo afán de conocimiento.
Problemático para cualquier acercamiento
dialogante entre creencias y creyentes será el desconocimiento mutuo y la
descalificación a priori de la creencia ajena, es por eso que es relevante el
“ejercicio comparativo” entre diferentes credos que intentaré en lo sucesivo,
pues a pesar de la gran diferencia en cuanto a fondo y forma de las creencias,
es posible establecer algunos lazos comunes en sus principios y expresión en la
práctica:
La
consideración de la existencia de entidades suprahumanas: Aunque en las
religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam) es fácil identificar
esta concepción en la relación creador-creatura[ii], indicada
desde los mismos textos sagrados “Y dijo
Dios: Hagamos un hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza…”(Bereshit 1.26); “Para nosotros, sin embargo, no hay más que
un sólo Dios, el Padre, de quien todo procede y para quien somos nosotros…”(1
Corintios 8.6; “¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los
ha creado de un solo ser…”(Corán 4.1). Este dios creador y único es el “Ser”
primordial de toda la cosmogonía de las tres religiones monoteístas, también
coinciden en la existencia de otro tipo de entidades, como lo son los ángeles,
aunque difieren en la forma y función que estos tienen, provienen de una base
común que se formó durante milenios en las poblaciones trashumantes del medio
oriente antiguo.
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Bhavacakra, pintura tibetana que representa los distintos niveles de existencia en la rueda del Dharma |
En el budismo la noción de
seres suprahumanos es ciertamente esquiva, al no existir una posición única
dentro de las múltiples ramas del budismo de qué es un humano, entre las que se varía desde la aceptación del
“atman” como la individualidad del ser, hasta la concepción de “anatman”, un
radical no-ser dentro de la sumatoria de fenómenos que es el universo, la
concepción de “anatman” es la más común dentro del budismo mahayana (la rama
más amplia de esta creencia), sin embargo, sigue existiendo la diferenciación
entre divinidad y hombre, aunque no como rasgo permanente, pues existiría
solamente en el marco del desarrollo de fenómenos materiales, en tanto que las
“divinidades” operan solamente en el mundo sensible y sutil como rectores de
los fenómenos naturales e intervinientes en la historia humana, sin embargo,
alcanzada la iluminación budista acontece “moksha”, la liberación, tanto del ciclo
de renacimiento, como de la ilusión de poseer un alma individual, “cuando, llegado al conocimiento, ve que
todas las cosas carecen de existencia propia, entonces se harta del
sufrimiento: es el camino de la purificación” (Dhammapada 279). De esta
manera podemos ver, que al menos en el mundo de la materia siempre existe una
relación de escalas entre el hombre y las fuerzas divinas superiores, donde tienen
cierta “personalidad” existiendo como entidades individuales, pero es ilusoria,
ya que el hombre mismo carece de existencia como tal.
En todos los casos existen
seres suprahumanos, pero que se diferencian en el sentido final, ya que
posterior a la realización espiritual en las religiones abrahámicas no se rompe
el lazo con el ser superior, al contrario de lo que pasa en el budismo, donde
finalmente no existen siquiera “seres” ni “Ser”. La discusión en el budismo
acerca de la posición de los dioses (más bien deidades), aunque siempre
problemática, no descarta su existencia, desde textos como el Buddhacarita, se
mencionan figuras como Brahma e Indra (centrales en el panteón hindú), aunque
pasan a segundo plano, ya que la figura protagónica del relato es el mismo
Buda. Tampoco hay que olvidar a los Bodhisattva, personajes indudablemente
suprahumanos que han retrasado la culminación de su propio proceso espiritual
para ayudar a los demás seres vivientes a alcanzar la iluminación.
Finalmente en el marco del hinduismo, no hay
ninguna duda acerca de la existencia de una infinita variedad de seres
suprahumanos e infrahumanos, igualmente, la posición de nosotros como entidades
está definida en general como un ser dotado de individualidad, un atma, una
partícula espiritual que pasa por una experiencia humana, o bien, “aham
bramasmi” lo que quiere decir, ser el Ser supremo, pero a la vez estar separado
de su esencia completa.
La comunicación
con la divinidad, la oración: La oración es un pilar fundamental en la
práctica de cualquier religión, aparece como método de excelencia para la
vinculación entre el hombre y la divinidad, aunque con objetivos diferentes
puede aparecer para obtener algún favor terrenal e inmediato o bien para lograr
el acceso a realidades superiores en una vía de autorrealización. Para el
budismo es más propio hablar de meditación y mantras, pero también aparece la
oración como medio de petición de favores, ejemplo de esto es la oración de los
votos bodhisattva donde se pide favores para uno mismo como para la iluminación
de todos los seres.
El Judaísmo tiene dentro de los 613 Mitzvot el precepto de
adorar a Dios con plegarias a diario, la que conserva una ritualidad milenaria
recordada en el Shemot 13.9 “Y te será como señal sobre tu mano (izquierda), y como
memorial entre tus ojos, para que esté la ley del Eterno en tu boca;
porque con poder fuerte te hizo el Eterno salir de Egipto.” Lo que
explica también el uso de los tefilín. El objetivo principal de estas plegarias
es la adoración a Dios, sin embargo también está presente en toda la variedad
de festividades judías como un vínculo constante entre la comunidad y el Señor.
El cristianismo tiene su oración principal prescrita en la biblia, en el
evangelio de Mateo 6.5ss donde explicita la relación entre Dios y las personas,
directamente se dan las indicaciones del método y las peticiones a hacer. Para
el islam, uno de sus pilares es la oración prescrita, el “salat” que se realiza
cinco veces diarias, lo que genera una comunicación constante con la divinidad,
manteniendo el recuerdo de Dios en todo momento, está prescrito para los
musulmanes orar únicamente a Dios, la petición está hecha en el Corán
2.152-153: “Recuérdenme que Yo los
recordaré; agradézcanme y no sean ingratos. ¡Oh, creyentes! Busquen ayuda en la
paciencia y la oración; que Dios está con los pacientes.” Desde el punto de vista del
hinduismo, la oración es fundamental en todo orden de rituales, son una serie
de mantras que imitan los sonidos fundamentales de la creación del universo,
así como los nombres de las divinidades que están orientadas a la obtención de
favores materiales y espirituales, prácticamente toda actividad en la vida de
los hindúes está asociada a alguna fórmula de oración ritual, en el Bhagavad
gita 17.24 se expresa de la siguiente manera: “Por lo tanto, los trascendentalistas que emprenden las ejecuciones de sacrificios, obras de caridad y penitencias de conformidad con las regulaciones de las Escrituras, siempre comienzan con om para llegar al Supremo.” Quedando recalcada así la importancia de la
oración.
El
sacrificio del cuerpo: desde luego esto ha sido una constante en el mundo de las
religiones, las prácticas ascéticas como forma de complacer a la divinidad y/o
alcanzar la realización espiritual, en
este sentido es ayuno, uno de los modos en que se puede abarcar este principio
presente en las cuatro religiones analizadas, emanada como un mandato directo
en los textos y la tradición de las religiones abrahamicas, en el judaísmo es
obligatorio no comer ni beber en Iom Kippur, lo que suma unas 25 horas. El
ayuno cristiano existe aunque en el cristianismo católico sea una tradición
casi olvidada, estando prescrito para miércoles de cenizas y viernes santo,
Jesús mismo da en el evangelio de Mateo (6.18) algunas indicaciones sobre el
ayuno. En el islam es obligatorio el ayuno en el mes de Ramadán, que consiste
en abstenerse de bebidas, alimentos y relaciones sexuales entre otras cosas. Se
dedican los días de ese mes al cultivo de virtudes y estudio del Corán.
Para el
caso de las religiones abrahámicas, Hans Küng explica tres motivaciones para el
ayuno: a) El ayuno es expresión de
penitencia y cancelación del pecado. b) El ayuno contribuye al dominio del
espíritu sobre el cuerpo y sus instintos. c) El ayuno fomenta la piedad y la disposición
al perdón mutuo[iii].
En el marco del budismo, las prácticas ascetas
por sí misma no constituyen un beneficio como tal, sino que solamente enseñan
el escaso valor del cuerpo frente a la fortaleza de la mente, al igual que el
desarrollo de la compasión. Se haría coincidente con las características b) y
c) del ayuno de las religiones abrahámicas. Cabe recordar que el mismo Buda se
apartó de las prácticas ascéticas extremas antes de alcanzar la iluminación,
pero sin embargo el ayuno en el budismo es una constante. *en nuestra entrada
“El ayuno, tradición universal” podrán encontrar más detalles sobre esta
práctica en particular sobre distintos enfoques religiosos*
En este pequeño resumen se han establecido
ciertos principios comunes y prácticas que expresan esos principios a modo de
ejemplo, aunque salvando las diferencias en cada caso, cada religión en su
forma posee fundamentos que pueden encontrarse en relación con las demás. En ningún caso se ha tratado de
establecer que la equivalencia en el sentido de las prácticas religiosas
desemboque en la idea errónea que “en el fondo todas las religiones son
iguales”, sino que por medio de ciertas ideas, formas de expresión y creencias
se pueden establecer puentes para un entendimiento mutuo. Conocer al otro y
darse cuenta que en realidad no somos tan distintos, pero a la vez entender las
diferencias de fondo contribuye finalmente a la convivencia armónica.
[i] Tamayo, Juan. (2009).
Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid. Trotta. P. 138
[ii] El humano en su
dimensión exclusiva de ser creado por la divinidad.
[iii] Küng, Hans. (2011). Islam: Historia, presente, futuro. Madrid. Trotta.
P. 169
Otros textos consultados:
Extractos del Buddhacarita - traducción
del sánscrito por L. O. Gómez Rodríguez
El Corán, Traducción comentada por M. Isa
García. (2013). Bogotá. Versión interactiva.
La
Biblia de Navarra. Edición popular.
(2008) Midwest Theologican Forum y
Ediciones Universidad de Navarra.
La
Torá. Versión en línea en español de Organización Shalom Haverim http://shalomhaverim.org/torah_en_espanol.htm
Dhammapada. El camino del dharma. Traducción de Carmen Dragonetti. (1967). Buenos
Aires. Editorial sudamericana
El Bhagavad gita tal como es,
traducción de A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada. Ed. BBT. España. 1984
Para citar este artículo por favor usar:
Cárdenas, L. (24 de agosto de 2017). Lazos entre creencias y prácticas religiosas. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2017/08/el-dialogo-interreligioso-en-occidente.html
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