El poder de la palabra

El lenguaje en sus diversas formas es el eje fundamental de la existencia humana, ya sea desde el lenguaje corporal al expresarnos a la interpretación de signos en un texto escrito, todo está mediado por el lenguaje. Particularmente la palabra, sea oral o escrita, delimita todo el marco de nuestra realidad como seres sintientes, pudiendo llegar a cuestionarnos si es que existe la conciencia fuera del lenguaje. La palabra tiene un poder en sí misma.

El sistema de la palabra, del que somos usuarios, nos persigue desde los inicios de los tiempos ya sea desde el aspecto mítico, así como desde el histórico y biológico.

Desde la biología, parte fundamental del proceso de hominización, además del bipedismo, fue la adquisición de un aparato de fonación capaz de expresar un lenguaje articulado, derivando de ello en la posibilidad de hacer uso de sonidos capaces de expresar ideas complejas y establecer vínculos subjetivos entre los miembros de un grupo.


En cuanto al aspecto histórico, cabe recordar la aparición de la palabra escrita como la bisagra entre un pasado que se puede recordar y conocer mediante vestigios materiales y un tiempo concreto que se puede reconstruir en la lectura de signos que han dejado culturas y pueblos anteriores.

La mitología es mucho más explícita a la hora de conferirle un poder específico a la palabra, la tradición judeocristiana de la creación del mundo es una alabanza a la palabra como objeto creador, el constante “dijo Dios” con el que se materializa al mundo se hace por un acto de lenguaje. Más adelante se reafirma este poder en la explicación de la creación en el primer versículo del Evangelio según San Juan, cuando éste dice “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios”[i]. Aunque la explicación habitual del versículo refiere a la preexistencia de Jesús, desde el original en griego koiné se traduce “Palabra” donde en principio dice “Logos”, lo que nos remite a la asociación con la filosofía y el mundo de las ideas y la razón, la que no se entiende sin la existencia del lenguaje.

Igualmente este aspecto poderoso de la palabra traza un camino de continuidad. El islam por su parte reconoce también la palabra como creadora por parte de la divinidad, “Él es Quien creó el cosmos y el planeta Tierra con un fin justo y verdadero. En cualquier momento que diga: “¡Sé!”, es. Su palabra es la Verdad”[ii]. Este es un tópico que se repite sobre todo dada la influencia de la filosofía platónica, pero a medida que viajamos más hacia oriente se ve desdibujada.

En sí mismo al lenguaje se le reconoce su capacidad creadora, el acto de habla “declarativo” tiene como función transformar la realidad, su ejemplo más común para explicarla es la frase “los declaro marido y mujer”, más allá del constructo social que valida a la figura de poder que dice esas palabras (estructura de poder que también resulta ser un andamiaje de textos que confieren autoridad, puede ser un libro sagrado o el código civíl), son las palabras mismas las que hacen que se pase de un estado a otro, casi como una fórmula mágica, es suficiente su sola pronunciación para que dos personas queden vinculadas

Es innegable el poder del lenguaje y las palabras, la complejidad del mundo se mide en la cantidad de palabras que somos capaces de abarcar, día a día se nos abren nuevos horizontes a medida que conocemos nuevas palabras y así de a poco se modifica nuestra conciencia del mundo. Se ha calculado que entre los 4 y los 18 años aprendemos unas 10 palabras por día[iii], lo que daría como resultado que al menos en teoría podemos conocer más de 50.000 palabras al cumplir la mayoría de edad. De aquello sin duda podemos tener una duda razonable sin necesariamente ser expertos. Pero de lo que sí se puede estar seguro, es que al dedicarnos concienzudamente a aprender sobre algún tema que no sabemos, tal vez... edafología, de seguro nuestras perspectivas del mundo se abrirán y con ese nuevo conocimiento es posible plantar un hermoso jardín en casa, o bien, podemos cuestionar las dinámicas territoriales y las consecuencias de la modificación de entornos naturales, entre esas alternativas hay infinitas posibilidades que se desprenden de la comprensión de la interacción las palabras “degradación” y “suelo”.

En definitiva, las palabras no solamente conforman el mundo que nos rodea, sino más bien lo recrea y transforma, también sienta las bases de nuestra interacción con el entorno. El lenguaje nos sitúa en un espacio socialmente construido y aunque no tenemos el poder de la divinidad para disponer del cosmos a nuestro antojo, en nuestra humanidad el uso del lenguaje crea modos de interacción entre nosotros y define nuestra cultura. Es el lenguaje y la palabra lo que finalmente nos hace humanos.




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[i] Evangelio según san Juan 1.1. Biblia latinoamericana 1995
[ii] Corán 6.73. El Corán: Traducción comentada. Isa García. 2013
[iii] ¿Tenemos un lenguaje pobre los chilenos? http://universitarios.cl/2013/07/29/tenemos-un-lenguaje-pobre-los-chilenos/ [recuperado 13-06-2017]

Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (25 de abril de 2017). El poder de la palabra. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2017/06/el-poder-de-la-palabra.html

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