Sobre el tiempo

De alguna manera, la vida está diseñada de modo que cada día renacemos, no es simplemente que exista un tiempo lineal, progresivo y eterno que avance solamente hacia adelante. Hemos sido determinados para cumplir ciclos, para avanzar un poco y luego sufrir o gozar de la renovación, pues lo queramos o no, siempre volveremos a la primavera.

La religión hindú es una de las más versadas a la hora de hablar de ciclos temporales, las eras cósmicas o “yugas” son cuatro etapas sucesivas que encierran diversas características para aquellos que viven en ellas, pero el rasgo común es que las características positivas van decayendo sucesivamente.


Satya yuga es la primera, con una duración de 1.728.000 años, sus características fundamentales son la verdad y la corrección, no hay envidia ni odio. Toda la gente es de una sola casta, o mejor, no hay castas, las personas viven 4.000 años y gozan de cuerpos y mentes muy bien desarrollados, tampoco hace falta cultivar, ya que la tierra es rica en alimentos. Y el conocimiento (veda) es uno.


Tetra yuga dura 1.296.000 años, en esta segunda etapa la mayor virtud es el conocimiento, aunque el dharma comienza a decaer, se hace necesario cultivar los alimentos, así como realizar rituales y sacrificios y ya los vedas son cuatro. La vida humana se acorta a 3.000 años.

La tercera etapa, Dvapara yuga, dura 864.000 años, su virtud es el ritual, se multiplican las escrituras apareciendo los Puranas, surge la enfermedad y la miseria, también la separación en castas y la vida humana llega a los 2.000 años.

Por últumo, Kali yuga, la que según su cosmovisión es la era actual, es una era decadente, donde se han perdido los verdaderos rituales, abunda la lujuria, la codicia, la pasión y la discordia, la vida humana, cuanto mucho, tiene una duración de 100 años.

Aunque estos ciclos puedan parecer larguísimos, la temporalidad hindú puede sorprender aún más. Estos 4 yugas componen un Mahayuga. 71 Mahayugas son un manvatara, 14 manvataras hacen un kalpa, es decir, un día de Brahma, Brahma vive 100 años, cada uno de sus años tiene 360 de sus días. Lo que en total, el ciclo completo alcanzaría algo así como la suma de 309.173.760.000.000 años humanos, tras lo cual el mundo manifestado retorna al principio primordial.

Igualmente, los ciclos menores a la vida de Brahma, su días, terminan con la disolución del mundo y la re-manifestación de este. Y las eras o yugas se cierran o comienzan con algún evento que marca el cambio de ciclo como lo son la manifestación de algún avatar de Visnu.

Cabe recordar también que tras la realización del alma, alcanzada ya la liberación moksha no se está sujeto al tiempo, pues se accede al llamado mundo espiritual, donde se goza eternamente de la compañía de Visnu y la ejecución de actividades trascendentales, las que no están afectas al transcurso del tiempo. O al menos esa es la salida que se plantea para los seguidores del Bhakti yoga.

En el ámbito de las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam), en general, existe lo que podría llamar un tiempo cuasi lineal, ya que por un lado está la posibilidad de un tiempo progresivo inagotable tan solo por la incertidumbre de no saber su final, pero por otro, la renovación temporal que se da en el marco de la reactualización del “mito”. Donde se reviven y hacen propios los eventos que marcan la historia sagrada, tal como lo puede ser para los judíos la conmemoración de la liberación de Egipto, para los cristianos el recuerdo del martirio de Cristo o para los musulmanes la fiesta del cordero (Aid el Adha), evento que recuerda entrega absoluta del profeta Abraham a Dios, quien sacrificaría a su hijo. Eventos como estos marcan los ciclos dentro de la vida de los fieles a esas religiones.

Particularmente en el cristianismo, en su vertiente católica (que quizá sea la tradición de la que la mayoría de los lectores de este texto proviene), se marca el inicio de la “plenitud de los tiempos” desde la anunciación a María, por obra divina en ella se cumple la promesa de la llegada del Mesías ya desde el Antiguo Testamento, esta llegada marca el inicio del tiempo de la salvación. Y aunque es sabido que la fecha del nacimiento no se puede probar, en el simbolismo radica la importancia de emplazarla cercana al solsticio, ya que tras el símbolo solar se encuentra la idea primordial del Único que da luz al mundo.


Cabe destacar también, que en el principio de los tiempos, o desde el momento que comenzó el tiempo estábamos en un estado primigenio de perfección, como creaturas fuimos creados perfectos para habitar en el Jardín del Edén, pero por causa del pecado nos corrompimos a nosotros mismos y a la tierra que habitamos. Dios, en su condición de tal está más allá del tiempo pues a Él nada lo limita, sin embargo, decide por misericordia y puro amor hacerse presente en la vida humana, en un primer momento a través de la historia del pueblo judío y más tarde para toda la humanidad a través de la figura de Cristo, por medio de quien podemos alcanzar nuevamente la perfección (claro está, si aceptamos esta tradición), librarnos del pecado y alcanzar el reino de Dios, este será el fin de los tiempos, el universo será renovado Dios mismo habitará entre las personas “y enjugará toda lagrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó” (Apocalipsis 21.4).


El Corán, por su parte, reserva una sura en particular (103 Al-Aasr) para hablar sobre el tiempo, tomándolo también como una oportunidad para acercarse a Dios, aunque es el mismo tiempo y su historia el que nos deteriora, es ahí donde se nos permite ir en contra de sus efectos.

(1) Juro por el tiempo (2) que los seres humanos están en la perdición, (3) excepto aquellos que crean, obren rectamente, y se aconsejen mutuamente con la verdad y con la paciencia [ante las adversidades].

Al-Aasr es el tiempo en concreto, el tiempo de la historia, el lineal, pero en particular el tiempo final, del último mensaje, el transmitió Muhammad, tras el cual se aproxima el tiempo eterno, el al-Dahr, inconmensurable, que es en definitiva el tiempo de Dios, que no tiene nada que ver con la temporalidad humana pues no comienza ni acaba, es simple eternidad.

Desde la perspectiva de las religiones abrahámicas, se perciben dos temporalidades, una cíclica dentro del tiempo lineal, que se basa en el restablecimiento del evento que vincula a la humanidad con Dios y el tiempo lineal como tal, que algún día acabará y nos llevará a la eternidad junto a Dios (eso en el caso de comportarse según Él manda), donde el tiempo ya no es más tiempo.

En definitiva, luego de esta corta y falible exposición que no trata de ser más que un simple resumen de como se puede ver el transcurso del tiempo en algunas tradiciones religiosas, al momento en que gran parte del mundo se prepara para renovar su calendario, solo queda hacer un llamado a actuar de la mejor manera conforme a los principios que a cada uno rigen, sea por el cambio de año o por un simple nuevo amanecer siempre se puede ser mejor.


Les dejo la invitación a aportar, criticar y opinar.


Algunos textos consultados:
Catecismo de la Iglesia católica. Asociación de editores del catecismo
Biblia de Navarra. EUNSA
Diccionario de orientalismo. Ramiro Calle
El Corán, traducción comentada. Muhammad Isa García
El fenómeno místico. Juan Martín Velasco
El sagrado Corán y su interpretación comentada. Ali Unal
La mística en el siglo XXI. Centro internacional de estudios místicos
Lo sagrado y lo profano. Mircea Eliade
Srimad Bhagavatam. A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada

Para citar este artículo por favor usar: 
Cárdenas, L. (25 de abril de 2017). Sobre el tiempo. Sobre lo humano y lo divino. https://fadailalfaqir.blogspot.com/2017/04/sobre-el-tiempo.html

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