Hacia una múltiple uniformidad
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Las botellas de Coca-Cola son todas iguales. Cada hombre es diferente. El proceso de “cosificación” del ser humano comienza con el intento de asimilar al hombre a las botellas de Coca-Cola; procura emparejar las diferencias humanas de suerte que entre hombre y hombre sean mínimas. El ideal para esta civilización práctica sería el que los hombres fuesen hechos a máquina, todos iguales. Hacia allá se dirige el proceso*. Hacia una múltiple uniformidad Todos los miedos de quienes veían a la civilización conducirse a una triste uniformidad han sido parcialmente refutados. El mercado ha permitido sin duda adherirse a una infinidad de estereotipos posibles, a ser las botellas de cualquier tipo de bebida que queramos. No podría ser del todo malo esta democratización del consumo que sin duda alguna para muchas personas es un reflejo de la búsqueda de la identidad durante la adolescencia, que a veces trasciende los límites de aquella edad. Bien por él o por ella que decide orienta...